San Juan, que de siempre ha sido santo de lo más torero, ha lidiado sus ferias con torería, aseo y hasta con buenas noticias. Al marrajo de la crisis le ha puesto buena cara e ilusión, a esa especie de espontáneo que salta cada dos años, me refiero a la gran movida del fútbol que todo lo invade, que si la Eurocopa, que si el Mundial, le encaró con más de lo mismo, un quiebro para evitar los horarios, carteles fuertes, un chorreón de paciencia y mucha fe en que la tradición de ir a los toros esté por encima de todo en esa aldea global en que la que vivimos. En fin, que para lo que se barruntaba escapamos bien. Bien dentro de la gravedad, que diría el equipo médico habitual. Aunque en Alicante la buena feria que montó Serolo merecía más. Los que no fueron se la perdieron. En lo artístico el abono tuvo el cara y cruz tremendo y brutal de la Fiesta. La gloria fue para un Morante, artista y ocurrente, ese ¡Tome unas gafas, presidente, a ver si se entera!, ocupó tertulias, inspiró chascarrillos, recuperó la bronca matinal, o eso cuentan, del apoderado Curro Vázquez con el propio presidente, que quieras que no algo tendría que ver con su ceguera artística vespertina. La cruz, sin duda, fue la cornada de Perera, impresionantes las imágenes del muslo sangrando, impactante la resistencia del hombre y el orgullo del torero aguantando en la plaza, cuando ¡Dios mío, cuanta emboscada! el enemigo no era tanto la sangre derramada como esa lesión en la columna vertebral que a estas horas le mantiene frenado en el hospital a la espera de las mejores noticias. Me impactaron las palabras del maestro Capea, grande entre los grandes siempre, cuarenta años de matador le contemplan y ahora muy ligado al propio Perera. La naturalidad con la que asumió el percance de Miguel marcan la raya que parte a los que llevan el toreo metido en el alma de los que acaban de asomar, sus reflexiones no se fueron mucho de un silogismo primario y evidente, los toros cogen y a los que se arriman más los cogen más y por tanto a Perera… Entendido. La grandeza de esto es que Perera ya lo sabía y se arrimaba a pesar de saberlo y seguro que seguirá arrimándose. Ahora lo que cabe es esperar que esté de nuevo en situación de arrimarse. El tío además de torero es fuerte.
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San Juan se peleó contra la crisis y el fútbol
Talavante se deja el triunfo con los aceros
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