Es la ganadería del momento. Ninguna se acerca a la gloria alcanzada por Santiago Domecq esta temporada. Una corrida histórica y completa en la Feria de Abril, y por histórica y completa, también irrepetible, y dos toros -Tejonero y Experto- sobresalientes en el último San Isidro han dado más lustre si cabe a un currículum brillante en el último lustro. Los vientos bravos de la divisa gaditana comenzaron a soplar con fuerza en 2018 con el indulto de Lebrero a cargo de Ginés Marín en Dax, una plaza que ha marcado el resurgir de la vacada puesto que al año siguiente se le dio la vuelta al ruedo a otro toro de la casa, lidiado también por el torero extremeño en este coso galo. Ese año 2019 marca un punto de inflexión en la reciente trayectoria de la ganadería y con él se iniciaría el idilio con Sevilla gracias a un bravo Aperador -que se llevó los honores de la vuelta al ruedo- toreado por Miguel Ángel Perera y que arrasó con todos los premios como lo hizo dos años después Chismoso, que vino a completar una interesante corrida que tuvo continuidad en 2023 con otro envío de buena nota culminando cuatro campañas de lujo con la excelencia brava de esta última primavera. Y de la consagración hispalense al crédito de Las Ventas dos años consecutivos, el pasado, donde el toro Contento -reconocido con la vuelta al ruedo- fue el culmen de un sexteto redondo, y las dos cumbres hechas toros bravos de este curso. Y ahora, Valencia…
-¿Cómo se gestiona tanta expectación a su alrededor?
-Con tranquilidad pero con máxima ilusión. En la ganadería brava no se pueden echar las campanas al vuelo. Cuando llegan estos momentos siempre me remito al Marqués de Villamarta, que tenía una ganadería muy buena, de las mejores de España en su momento. Era un hombre muy pragmático y tranquilo, y cuando lidiaba una corrida de toros buena le daban la enhorabuena y su contestación era la misma en todas las ocasiones: “Los mansos estarán en el campo”. Espero que no sea en este caso. Las cosas pueden salir bien, pero no siempre, ni a nosotros ni a nadie. Es lógica la expectación por la trayectoria que llevamos, pero en el toro entran unas variables que no son las mismas que juegan en un torero mismamente. Un torero enrachado, por ejemplo, torea el bravo, el bueno, el que no es tan bueno, el malo… estamos hartos de verlo. Pero los toros, toros son. Y su comportamiento es el que llevan dentro y no lo vamos a saber hasta que salten a la plaza.
“La corrida es digna y muy del gusto de esta plaza en cuanto a presentación. Además, van hermanos de toros que se han lidiado en Sevilla y Madrid”
Su regreso a Valencia será este domingo 21 de julio, dieciocho años después de haber lidiado su última corrida de toros completa en esta plaza. El recuerdo de aquel día no puede ser mejor, con un toro Incitador, número 70, de 550 kilos, lidiado por Vicente Barrera, que le cortó las dos orejas, y al que se le dio la vuelta al ruedo. Luego hubo apariciones esporádicas, siempre en la Feria de Julio, como en 2008, cuando lidiaron dos toros sueltos para José María Manzanares, o la novillada con picadores de 2016. “Estamos muy ilusionados con el regreso a Valencia y con la corrida que hay preparada, es digna y muy del gusto de la plaza de Valencia en cuanto a presentación. Dicho esto, van hermanos de toros que se han lidiado en las corridas de Sevilla y Madrid, por lo cual, expectativas, ilusión y compromisos, todo el del mundo. Realmente estamos contentos de volver a Valencia porque hacía muchos años que no íbamos”, confiesa Santiago Domecq.
El cartel anuncia a Paco Ureña, quien mantiene una relación soñada con esta plaza, donde ha cuajado las mejores faenas de su vida, y Román, torero de la tierra y uno de los nombres propios de la última Feria de San Isidro. “Es un cartel más que interesante, subrayando la palabra más. Es un cartel de mucho compromiso, con dos grandísimos toreros que lo dan todo, y si me apuras estoy muy asustado porque son muy arrojados y siempre vas con un plus de miedo con este tipo de toreros que se la juegan a carta cabal, ahí está la trayectoria de ambos. Lo dan todo y más”.
-¿Lo pasa mal en la plaza?
-Sí, lo paso mal, especialmente en el previo y peor lo paso cuando las cosas no van pitando. Si funciona, hay cierto relajo, pero es una alegría muy tensionada. El cuerpo ya va tensionado antes de… y durante también. Así que los resultados se ven bajo cierta tensión, cuando pasan las horas y los días, analizas y valoras los resultados, los buenos los disfrutas lentamente, y los malos, los digieres también despacio. Grabamos todos los espectáculos en vídeo y ahí vemos los defectos y las virtudes del toro malo y del bueno, vas enjuiciando más fríamente de cara a nuestra selección.
“La expectación es lógica por nuestra trayectoria pero en el toro entran unas variables... Un torero enrachado, por ejemplo, torea el bravo, el bueno, el que no es tan bueno, el malo… pero los toros, toros son”
-¿Cómo de cerca está la ganadería del nivel que desean?
-Vamos poco a poco, pero siempre con el objetivo de evolucionar, cualquiera que quiera funcionar siempre tiene que tener en mente seguir creciendo. En nuestro caso no es distinto. Tenemos que ir creciendo sin duda alguna, mejorando. Porque tendremos nuestros batacazos, ha pasado siempre y pasará, pero hay que intentar que los batacazos sean los mínimos y cuanto menos repercusión tengan, mejor. Es necesario seguir creciendo en cosas que faltan.
-Díganos una.
-Nos faltan muchas cosas, las sabemos internamente en nuestra alquimia, pero no es fácil de explcar. Por citar una, quizá nos falta un poco de más trapío, aunque este año ha sido bueno en ese sentido. Son detalles que nos faltan y que nos van a faltar siempre. Trabajamos con animales, lo cual significa que es un mundo muy complejo y muy vivo, y que exige siempre estar con la guardia alterta.
-Le pongo en un aprieto. ¿Tejonero o Experto?
-Los dos, los dos… fueron los dos muy bravos, cada uno a su manera. Dieron opciones para que los toreros triunfaran y emocionaron los dos al público. El ganadero, su fin, es el que el toro embista y emocione, y los dos cumplieron con el objetivo. Tuvieron un denominador común que fue la bravura. Uno -Tejonero- fue más encastado, con más vibración y transmisión. Y el otro -Experto- tuvo más temple y embistió con más ritmo. Siendo distintos toros, para mí los dos fueron muy bravos.