Con El Pilar en el recuerdo, rematada la feria de San Lucas -no lo entiendan mal, quiero decir finalizada- y con las Américas a la vista, en lugar de relajarse, es lo que toca desde la noche de los tiempos, el toreo este año se ha encabritado. Digamos que se adelantó la tormenta que se pronosticaba para más adelante con Málaga, Madrid, Zaragoza, Burgos y Mont de Marsan con sus concursos de adjudicación en el horizonte y una crisis galopante y desenfrenada que a todos afecta y a la que nadie acierta a ponerle fecha final.
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