Hay toreros que llegan ahogados al final de temporada. Incluso toreros buenos, o muy buenos, que ven el final del curso como una imposible cuesta arriba. Toreros tan grandes como José Tomás echaban el freno en septiembre, por el argumento que quieran. Porque gastaban mucho valor y eso agota; o porque cada cual tiene un depósito de dimensiones diferentes. Hay muchos casos. Cada cuerpo es un mundo. Están los que no agotan nunca el depósito. El caso más espectacular es el de Ponce, el Pedro Romero de los tiempos modernos. Pero sus estadísticas sí son ciertas. Y apabullantes. Acaba de indultar su enésimo toro en Murcia. Y lo que le queda.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1930
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