Semana tensa. Diría que agria. Ese G10, que me perdonen partidarios e inventores, no ha traído nada bueno. Lo escribí semanas después de los enredos iniciales y lo mantengo. No hay nadie contento. Nadie. Ni la madre que lo parió ni la madre que lo sufre/sufrimos. Y si alguien lo está, todos sabemos que son quienes menos derecho tienen -en clave de ironía habría que decir quienes más derechos manejan- en esta historia. Y no creo que haya que aclarar mucho el juego de palabras. También está escrito en esta columna que llegará un momento más pronto que tarde que el menda/mendas de los derechos desaparecerá del escenario y nos dejará una tostada de incalculables y no sé si soportables consecuencias.
Insisto, nadie está satisfecho con las consecuencias de este despropósito en el que han convertido -quiero creerlo así- lo que era un buen propósito, ni los empresarios, mucho menos el de Valencia, ni los aficionados, basta con escucharles opinar sobre los carteles -y hoy mismo salen los de Madrid que no creo que mejoren nada- ni los toreros, varios de los cuales llevan encima un trancazo económico fuerte en ceros y euros que o eres una súper fortuna o no lo aguantas.
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