Dijo Juan Belmonte que el toreo es sentimiento y Morante de La Puebla se lo ha tomado al pie de la letra en la primera corrida de la feria de San Julián de Cuenca.
Dijo Juan Belmonte que el toreo es sentimiento y Morante de La Puebla se lo ha tomado al pie de la letra en la primera corrida de la feria de San Julián de Cuenca. Porque todo lo que le hizo el cuarto toro de la tarde fue una hemorragia de sentimiento y torería. A un torito de plaza de segunda, sí. Pero es que todavía tenemos grabada en la retina la que le realizó hace pocos días a un toro de Bilbao. Y faenas así se las hemos visto con el toro de Madrid y con el de Sevilla, y en sus tardes de inspiración sería capaz de hacérselas hasta al buey Apis y a los toros de piedra de Guisando.
En Cuenca, el de La Puebla se ha olvidado de todo lo que no sea el sufrimiento de la creatividad plasmada de la mano de la inspiración. Verónicas de ensueño, naturales con esa cadencia tan inimitable, pases de pecho sacándose al toro por la hombrera contraria. Todo sentido y pleno de torería, con esa soberana gracia que no se aprende ni se puede comprar en el Corte Inglés. Gloria bendita. Ya sé que algún hipercrítico me afeará que me deje llevar por la lírica, pero es que el toreo de Morante es puro y quintaesenciado lirismo. Y no valen coplas. Las cosas son como son. Eso se siente o no se siente, y el que no es capaz de sentirlo ni lo puede hacer ni es capaz de comprenderlo. Morante en estado puro. El toreo auténtico sin ventajas ni aditivos en busca del plebiscito popular.
Dicen que no ha salido en hombros porque solo ha cortado una oreja. No es cierto. El presidente ya estaba sacando el pañuelo para el doble trofeo, atendiendo la petición de los enardecidos tendidos, pero Morante con un gesto y una sonrisa le ha hecho saber que se daba por satisfecho con una oreja. Luego en el callejón explicaría que la estocada, fulminante y en buen sitio por cierto, le había caído un poco baja ¿…? Grandeza hasta para eso. Que aprendan los que se perecen por una orejita aunque sea protestada.
Manzanares con dos faenas correctas a dos toros inservibles y Perera con un arrimón de padre y muy señor mío en el último de la tarde, un auténtico mulo encornado, han abierto la puerta grande. A Morante le basta y le sobra con saber que, una vez más, nos ha hecho sentir a los que entendemos el toreo como arte.
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Sentimiento y torería
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