Es de los tipos acostumbrados al sufrimiento desde los inicios. Un exilio temprano y una formación férrea le sirvieron para progresar en el lado oscuro, incluso hasta hacerse notar en un camino muchas veces árido. Pero el oficio adquirido dio sus frutos en Madrid, Arnedo y Manizales, donde Sergio Blanco, indulto incluido, afinó el pulso de sus muñecas y el tono de su voz, esa que pretende seguir alzando en 2011.
PARA EL RECUERDO: “Todas las tardes me sirvieron mucho”
PARA EL OLVIDO: “La lesión de Haro en el mes de junio”
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