Lo que me sorprende de Sevilla es una renovación que casi nadie comenta. Un cambio de corridas y sus fechas. Por ejemplo, la de Victorino, que se va al final de Farolillos. Por ejemplo, dar entidad no matinal a los rejones. Es sorpresa grata porque es variar el paso ya sabido y tratar de que algo encaje de nuevo. Resultará para muchos anecdótica esta apreciación, pero valoro las propuestas distintas que buscan una respuesta distinta en los públicos. No es bueno saber de memoria el menú de cada día año tras año. Pero lo importante, ahí va, es que vienen los que faltaban.
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