Han pasado ya mas de dos semanas de la repentina retirada de Morante de la Puebla de los ruedos y, sin embargo, muchos aficionados todavía no se han recuperado del shock que le produjo semejante suceso. Algunos, bastantes, tratan de salir del trauma preguntando por aquí y por allá, quién o quiénes pueden llegar ahora a llenar tan significado vacío. Pregunta de difícil respuesta si lo que pretenden es encontrar un sosias del genio de La Puebla. Los genios lo son precisamente por romper moldes, por ser distintos entre los de su género, también por ser atemporales.
En la tauromaquia, afortunadamente se puede presumir de haber contado con una inmensa baraja de genios que en su momento, cuando llegó su fin, por muerte en el ruedo o por abandonar la actividad, como es el caso que nos ocupa, se les siguió recordando con la admiración que supieron ganarse frente al toro, y otros, con los mismos valores, pero con formas distintas de expresarse -esa es parte de la grandeza del arte de lidiar toros-, volvieron a conquistar la atención de los aficionados.
Es cierto que, haya sido por lo inesperado, por la dimensión artística que ha alcanzado, por la trascendencia de su obra, también por homenajear a otros genios -el énfasis puesto en reivindicar la tauromaquia de Joselito el Gallo, y últimamente rendir culto a la memoria de Antoñete, ha roto esquemas preestablecidos-, digo, que sea por todo ese cúmulo de virtudes, está claro que es comprensible que su ausencia de los ruedos va a pesar durante un tiempo en el ánimo de la afición. Pero no hay que olvidarse que uno de los grandes atractivos que tiene la tauromaquia es la constante aparición de nuevas figuras y que en la actualidad, junto a las que hasta hoy han cohabitado y se han medido al torero que ha dicho adiós, sin saber si es un adiós definitivo, hay ya preparada toda una nueva generación, camada diría un hombre del campo bravo, de jóvenes que seguro volverán a llenar el espíritu de los aficionados.
Foto: Javier Arroyo
