Caer va a caer. Vender se va a vender, el pastón va a ser enorme y el dolor también. El pastón para los herederos de don Pedro Balañá que estará echando las muelas allá arriba viendo cómo le cierran la plaza de sus amores y cómo se reparten la Monumental y la convierten en una mezquita o en un mercado persa. Dicen que Pedro, el hijo del fundador, no quiere ver esa muerte mientras viva. Y añade el gran Patón que ha dicho que una vez que la diñen los nietos del patriarca que se repartan el pastel como les dé la gana. Pedían 300 millones de euros a la Generalitat por el cierre. Una pasta. Pero ahora dicen que para hacer la mezquita la cifra se pone en 2.200 millones de euros.