“Es más gratificante la sensación de haberme podido explayar artísticamente que la idea de haber cortado una oreja”, expone.
Con la serenidad que dan los años de alternativa y la solera del tiempo, Luís Miguel Encabo desgrana la felicidad que siente por dentro después de cuajar ayer un toro de Moreno Silva en Las Ventas. Ahí radica la base de todo, en saber y haber aprendido a mascar la importancia de una obra que tuvo momentos muy importantes, más allá de haber podido alcanzar la gloria de pasear una oreja en su plaza de Madrid, a la que volvía tres años después. “Si esto me ocurre hace cuatro o cinco años me estaba pegando golpes contra la pared por haber fallado con la espada”, revela el de Alcalá; “pero hoy soy feliz, es mucho más gratificante la sensación de alegría y satisfacción por haberme podido explayar artísticamente que la idea de haber cortado una oreja que evidentemente también hubiese supuesto mucho”, subraya.
Madurez es una palabra muy repetida hoy como prueba de lo que realizó ayer en la Monumental de la calle de Alcalá. Lejos de las presiones de otras épocas, Encabo llegó ayuno de metas y dispuesto a disfrutar y dar rienda suelta a una capacidad cantada menos veces de las debidas. “Muchas veces se habla de que los éxitos llegan por no tener presión y demás. Pero si ayer no me llego a encontrar de cara con la suerte y no me toca un toro como ese segundo, no hubiese podido demostrar nada. La suerte es muy importante”, asegura antes de reconocer: “Viendo la repercusión que ha tenido la tarde y el reconocimiento que estoy sintiendo de profesionales, empresa, aficionados y prensa, una tarde como la de ayer es todo un acicate para mi carrera”.
Tres años largos hacía que Luis Miguel Encabo no se vestía de torero en Madrid, desde el 7 de mayo de 2011. Sin torear en este tiempo, hasta su salida a escena en Azpeitia hace poco más de un mes, donde ya dio fehaciente muestra de su solera. ¿Cómo llega un torero como él a quedarse parado por completo?, “A estas alturas no me puedo engañar a mí mismo. En mi última época las cosas no salieron por distintas causas, por falta de suerte en los lotes o por mi culpa, que no me quiero eximir de responsabilidad”, explica el alcalaíno, quien abunda en dos motivos más: “Por otro lado, la crisis ha hecho desaparecer prácticamente el segundo circuito y eso me ha perjudicado a la hora de sumar contratos; y por último, yo tengo muy claro que sólo toreo donde se me respeten los honorarios mínimos establecidos. A partir de esos mínimos, lo que sea, pero por debajo no hago el paseíllo en ningún sitio”.
Las sensaciones son buenas, las opiniones favorables. Luis Miguel Encabo se engancha a un balón de oxígeno en forma de una veintena de muletazos muy buenos ayer en Madrid. No hubo oreja pero sí reconocimiento. El futuro espera. O debe esperar. “Tendrá recompensa, estoy convencido”, admite. “No va a quedar en el olvido algo tan bonito como esta faena. Cuando las cosas son de verdad y los sentimientos al recordarlo son tan fuertes, no se olvidan tan fácilmente”, concluye.
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