Solera y talento

Tendrán partidarios, tendrán enemigos, tendrán buena o mala prensa, tendrán adeptos o lo contrario, pero por encima de sensaciones personales estamos ante una de las últimas grandes casas de taurinos que marcan un tiempo. Me refiero, claro, a los Lozano

Tendrán partidarios, tendrán enemigos, tendrán buena o mala prensa, tendrán adeptos o lo contrario, pero por encima de sensaciones personales estamos ante una de las últimas grandes casas de taurinos que marcan un tiempo. Me refiero, claro, a los Lozano cuya historia continúan Pablo y Luisma, dos de los hijos de Pablo, “la muleta de Castilla”, el mayor de la terna que se completa con Eduardo y José Luis.

De la terna de los Lozano veteranos falta por nombrar al genial y atípico Manolo Lozano, que se independizó por carácter, aventurero, libertario (o sea, partidario de la libertad absoluta y hasta un atisbo de independencia humana, política o laboral. Manolo es el hermano mayor romántico, imaginativo y un cacho bohemio. Fue socio de Balañá el viejo, en Aranjuez y su vida con tintes de aventura la celebró sin el gobierno de sus tres hermanos. La armada invencible de la familia es Pablo, Eduardo y José Luis. Cada cual tiene su papel.

Pablo, “la muleta de Castilla”, hondo, seco y sabio es el único matador de toros con pedigrí de la familia. Manolo tomó la alternativa con cuarenta tacos en la ciudad de Tánger con Manuel Benítez “El Cordobés”. Pero ahí fue su debut y despedida como matador de toros, Pablo ha sido y es muy bueno en dos cosas clave: en la construcción de la ganadería y de los tres hierros que tiene la familia con el dato curioso que el hierro de Alcurrucén lleva la PL, que tanto podía ser Pablo Lozano como Palomo Linares, tantos años con ellos y obra taurina cumbre de estos hermanos.

Eduardo es el gestor de esta sociedad familiar. El de los números, las fincas, las obras y un amor muy especial por una plaza propiedad familiar que únicamente gestiona él: la de Pontevedra, el último baluarte capitalino de Galicia. Eduardo no creo que toreara nunca, al menos formalmente. Y sin embargo tiene una de las cornadas más graves que recibió un Lozano de un toro. Fue en Segovia, el toro saltó al callejón y la cornada tremenda estuvo a punto de costarle la vida.

JOSÉ LUIS LOZANO MANTIENE LOS VALORES ETERNOS DEL NEGOCIO

He dejado para el remate al que por sí sólo es uno de los lucidos y lúcidos (que no es lo mismo) taurinos que he conocido. Tiene y toca los cuatro palos posibles: torero (se quedó en novillero), ganadero, apoderado y aficionado. Añádanle a eso una brillantez dialéctica, una enorme memoria y una carrera empresarial (tendrá también sus detractores) prácticamente impecable. Él es el gran cerebro de esta familia de esa comarca súper taurina que es La Sagra, que comprende Illescas, Seseña, Bargas, Yuncos, Olías del Rey y Añover de Tajo. Muchos le recuerdan por lo de la “Oportunidad de Vistalegre”, por apoderar a Palomo, por “la guerrilla” y por algo más de quince años como empresario de la plaza de Las Ventas. Pero hay algo entre heroico y aventurero en este taurino, que cuando el negocio familiar del aceite fue de caída, se marchó a dar toros en América, de quince años al frente de la Santamaría de Bogotá alcanzando la cifra cercana a los veinte festejos anuales; y poco a poco sumando otros cosos y regresando a España como el emigrante que logró allí la fortuna que en España no era posible.

Pero José Luis, con la guardia pretoriana de sus hermanos, y ahora de sus dos sobrinos, Luisma y Pablo, es sin duda el gran taurino que mantiene los valores eternos de ese negocio. Todavía las manos de la familia se ven en la plaza de toros de Albacete. Pocas ferias quedan ya, a más de Madrid, con diez tardes seguidas de toros. Unos toros que son de plaza de primera y unas entradas a unos precios nada abusivos. José Luis Lozano forma con José Antonio Chopera la vieja guardia de los grandes generales que convirtieron a los taurinos en gente principal. Eran otros tiempos evidentemente pero en muchas cosas fueron avanzados a su tiempo y marcaron caminos que todavía hoy son transitables.

LA FERIA DE ALBACETE NO TIENE NADA QUE VER CON SUS HOMÓLOGAS

De las diez tardes de toros en su feudo manchego este es el resultado: de diez ganaderías, ocho sacaron nota. Y en cuanto a toreros de a pie, ojo a la lista, triunfaron en medidas cercanas Pinar, dos tardes, Perera, otras dos, Talavante, Ginés Marín, Toñete, Ureña, Garrido, Colombo, Carretero, El Juli, Del Álamo, Roca Rey, etcétera, a más de los rejoneadores. Y embistieron el ochenta por ciento de los toros y todos valían en trapío para mi Valencia, para Bilbao muchísimos y alguno para Madrid. Y gracias a las cosas bien hechas, la feria de los Lozano en Albacete no tiene nada que ver con sus homólogas. Incluso su ganadería, encaste Núñez, fría de salida y proclive a coger la línea buena, la del menos a más, ahí está.

¿Qué quiero dejar claro con todo esto? Que los taurinos inteligentes siempre fueron positivos para la Fiesta. Y posiblemente también para ellos. Lo malo es cuando no valen ni para una cosa ni para otra. Tengo que hacer un documental mano a mano con José Antonio Chopera y José Luis Lozano. Son historia viva y ojalá que por muchos años.

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2087 para todas las plataformas en Kiosko y Más

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2087

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2087 para iPad

Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 2087 para Android

Acceda a la versión completa del contenido

Solera y talento