Al toreo le acaban de quitar un montón de años. O al menos le acaban de inyectar sangre nueva a chorros. Hacía décadas, que parecían siglos, que no llegaba una bocanada de toreros tan nuevos como hechos, cuajados pero recién salidos del horno como el pan de cada día. Y esto es bueno creo que para todos: para la Fiesta, para el público, para la emoción, la competencia, la sana rivalidad, el refresco de los carteles y las pasiones de cada cual. Hay toreros entre figuras y noveles (parece el himno del Real Madrid) para hacer no sólo un equipo de fútbol sino para rellenar con atractivo docena y media de buenos carteles.
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