Os escribo de milagro. El otro día, volviendo para Albacete, a la altura de Tarancón, se me reventó una rueda en plena carretera. Empezó el coche a culearme y no sé aún cómo fui capaz de controlarlo. El susto fue gordo…
Por lo visto poquito antes había pinchado. No me di ni cuenta pero al poco tiempo comencé a sentir vibrar el coche y, justo cuando decidí parar para ver qué estaba pasando, la rueda reventó. Teníais que haber visto cómo quedó. ¡Desecha completamente!
Lo demás, podéis imaginar la escena: yo solo, tirado en la carretera, esperando a que viniera la grúa del seguro y pasando un frío de mil demonios. Pero como no hay mal que por bien no venga, hasta que llegó el operario aproveché para tomarme un buen bocata.
Por cierto, es el único problema que me ha dado el coche, un Mercedes 320 clase E de segunda mano que compré el año pasado justo después de recuperarme de la cornada de Albacete. Tenía entonces 65.000 km y ahora lleva 177.000 y eso que sólo lo utilizo para ir al campo y hacer viajes cortos, porque para los que son más largos voy con la cuadrilla en la furgoneta.
A todo esto, menos mal que llevaba una tarjeta de crédito porque no tenía ni para pagar la rueda nueva que me pusieron… ¡jaja! Llevaba apenas 20 euros y tuve que tirar del "plástico" para salir del paso. En cualquier caso, suelo gastar la tarjeta por comodidad. Nunca he pensado eso de que cuando no se paga en efectivo cuesta menos "soltar" la pasta… Yo sé perfectamente lo que pago, sea en efectivo o con tarjeta. Aquí, cuando llega el extracto del banco, el que no se entera de lo que debe es porque no le da la gana…
Por lo demás, está siendo una semana tranquila. Al final no pude torear el festival del sábado en Alcaudete por lluvia y lo hemos aplazado al sábado que viene. Ese día haré doblete, porque por la mañana tengo tentadero en lo de Fernando Peña. También estuve recogiendo el premio que os comenté en Villacarrillo y después me llevaron a cenar al restaurante de Blas Mora, el empresario de Parla, donde comí el mejor rabo de toro que he probado en mi vida.
El resto de días, ya sabéis, mucho entrenamiento y gimnasio y viendo el agua caer. Lo bueno es que en el gym tengo cierto enchufe -los dueños son familia de uno de mis banderilleros- y me dejan una sala grande que tienen para torear de salón cuando la plaza está imposible por la lluvia y todo eso.
Ah, y ya que hablamos del gimnasio, no veáis cómo acabamos de reventados el otro día mis banderilleros -Alberto Molina y Rafael García- y yo dándole al saco de boxeo. Eso tiene mucho peligro: como uno se emplee bien, acaba empapado de sudor y reventado en el suelo. En principio jugamos flojito y a marcar, pero empezamos a calentarnos y… lo dicho: terminamos medio muerto. Otro día os contaré quién de todos ganó…
P.D: Aún estoy alucinado con cómo toreó de capa Miguel Ángel Perera el otro día en La México. Hay que ver lo quieto que se queda y lo bien que los templa. Si no habéis visto el vídeo, os lo recomiendo.