La Pincelada del Director

Talavante invernará en la gloria

José Luis Benlloch
domingo 18 de octubre de 2015

El Pilar ha acabado con una buena nota general. Más que descubrimientos ha habido consolidaciones. No es poco. Teniendo en cuenta la categoría de la plaza y las fechas en que se convoca a la afición, es lo que corresponde. A Zaragoza se va a dejar las cosas claras para el año siguiente. En ese sentido es más reválida que oposición, que también. Todo ello envuelto en un halo de gran trascendencia por la visibilidad en la que se produce, no hay otra feria que le haga sombra, porque cuenta con la ventana de la tele que todo lo multiplica y porque además o sobre todo porque hay mucho tiempo por delante para engrandecer lo bueno, un invierno nada menos, que parece aún más largo cuando se trata de hacer olvidar un fiasco. Un petardo en El Pilar, dicho a las claras, dura una eternidad, no se arregla sino con un triunfo cinco meses después en Fallas si es que te ponen y al revés, un aldabonazo en El Pilar crece y crece con el ruido de las canales, de tertulia en tertulia, de programa en programa y te sitúa o así fue siempre, en Fallas y en todas las ferias de categoría en el arranque del nuevo curso. Por eso los toreros de final de temporada, que los ha habido y muy definidos, siempre han tenido ventaja sobre los que alcanzaban su plenitud mediado el curso cuando la frecuencia de festejos mezcla triunfos y fracasos sin apenas opción para valorarlos.

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