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Tarde para el recuerdo

Don Julián se explicó, ¡vaya si se explicó! Con el capote y la muleta dijo todo lo que tenía que decir y un poco más, y Sevilla estalló en ovaciones, olés…

Y Sevilla, tan señora, tan galana con la fría cordialidad que marca la buena educación le dijo a El Juli, “pase, ha tomado usted posesión de su casa”. Y el madrileño correspondió con una sonrisa de circunstancias, balbuceando... “hace dos años que no nos vemos y...” Pero doña Maestranza zanjó la situación con un “no se preocupe; tiene toda la tarde para explicarse”. Y don Julián se explicó, ¡vaya si se explicó! Con el capote y la muleta dijo todo lo que tenía que decir y un poco más, y Sevilla estalló en ovaciones, olés y sobre todo en esos incomparables “bieeeennn...” que suenan a trompetería celestial en los oídos de los toreros que se le entregan con sinceridad, talento y sabiduría como Julián López “El Juli” se ha entregado en el ruedo maestrante.

Tarde grande del madrileño. ¡Lástima que sus dos toros no dieran para más! Porque el torero estuvo inmenso en su capacidad toreadora y en su conocimiento de la lidia, de los terrenos, las distancias y las alturas durante todo el concierto que fue su actuación. Ni una nota discordante. Si los aficionados no hubiéramos sabido de antemano que estábamos en presencia del lidiador mas importante del momento -un momento que dura ya muchos años- su actuación habría bastado para proclamarlo capitán general con mando en plaza del toreo actual. Un torero poseedor de una clarividencia y de una casta que quedó patente desde que se abrió de capa en su primero hasta que recibió a su segundo a “portagayola”, e incluso mientras abandonaba la arena sevillana entre las ovaciones de la “bella señora” que habita a orillas del Guadalquivir. La reconciliación fue completa y efusiva. Realmente, cuando los celajes de la anochecida caían sobre La Maestranza la declaración de amor entre El Juli y Sevilla era ya una gozosa realidad.

Morante de La Puebla no tuvo toros adecuados para el triunfo, pero aun así, en el recinto donde se han escrito tantas paginas imborrables del toreo dejo el perfume, el color y el sabor que desprende su sola presencia en el ruedo. Con la capa estuvo toda la tarde de dulce pero una media verónica, sobre todo, fue néctar de dioses. Tarde de gracia, armonía, temple, cadencia y hasta de ese valor sordo y sin alharacas que atesora el La Puebla.

De Perera hay que decir que su disposición durante toda la corrida estuvo más allá del valor y del compromiso. Pena grande que sus dos toros fueron los mas rajados del encierro, pero dejo amplio crédito para futuros encuentros.

Y algo pasó hoy en el coso del Baratillo, que significó un concierto de luz y sonido que quedara para siempre en la retina de quienes lo presenciamos. Ver a Curro Javier andarle a un toro con los garapullos en ristre, al son de un pasodoble torero con el que la banda de música de La Maestranza amenizó su torería banderillera, resultó una joya para el recuerdo. Y es que, ¡quien lo duda!, también los hombres de plata llevan un torero dentro. Y algunos un torerazo. Tarde inolvidable la del día 8 de abril de 2016 en La Maestranza sevillana. Nadie se acuerda ya de viejos desencuentros y ausencias incomprensibles, gracias a la sabiduría de un público sin igual. Mejor el olvido, porque el acierto tiene muchos padres pero los errores suelen ser huérfanos...