Es muy probable que con lo que escribo hoy deje satisfechos a muy pocos. Pero no es para rascarle la espalda a nadie, y menos a los poderosos, por lo que me dedico al periodismo hace ya tantos años que ni me acuerdo. La crisis económica, política y social que nos tiene situados en este pedazo de Europa, a medio camino entre París y Tombuctú, como diría mi amigo Berlanga, ha llegado también al Planeta de los Toros, como no podía ser de otra manera. No en vano Ortega, no el de Borox sino el filósofo, recomendaba asomarse a las plazas de toros para hacerse cargo de la situación real del país.
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