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Tiene talante de torero de época, es de Sanlúcar y se llama Paco Ojeda

Con lleno en los tendidos se celebró la segunda corrida del abono de la Feria de Abril. Se lidiaron seis toros de Manolo González, blandos de fuerzas y nobilísimos, que fueron aplaudidos en el arrastre. Curro Romero (pitos y ovación), Paco Ojeda (oreja con petición de la segunda y dos vueltas al ruedo, y dos orejas con triunfal salida por la Puerta del Príncipe) y Curro Durán, que tomaba la alternativa (oreja y oreja con salida a hombros).

Curro Romero, con el mejor toro del encierro, el lidiado en segundo lugar, no se acopló y abrevió ante el enfado del público. Le gustó el cuarto, y tras sufrir una espectacular voltereta, le recitó unas verónicas inspiradísimas rematadas con una media digna de cartel. Luego con la faena realizó un trasteo voluntarioso siendo ovacionado.

Carbonero, marcado con el número 120, se llamaba el toro del doctorado de Curro Durán, un mocito rubio de Utrera. Noble el burel y armoniosa, bella y trazada con sentimiento la faena del toricantano que tras matar de una media estocada recibió una merecida oreja. Con el cuarto, un excelente colorado, exquisita faena volcándose en la suerte suprema y oreja de ley.

Tarde trascendental para la historia del toreo. Hito memorable en los anales de la Maestranza. Así relataba nuestro compañero Filiberto Mira la actuación de Paco Ojeda: “Emocionar con un toro flojísimo como fue el tercero, es proeza que bordea lo inaudito. Meter en la muleta al tercer pase como metió al complicado quinto es algo que si no se ve, no se puede ni explicar ni comprender. A los dos, tan distintos, los toreó como sólo hoy torea Paco Ojeda que lo hace con la quietud como base y con el temple como remate. A los dos los mató como mejor es difícil de hacer la suerte más difícil”.

"Fecha ésta en la que se reafirma que el torear se asienta en la emoción y se remata en lo inconmensurable del temple. Para emocionar hay que quedarse quieto, para templar es obligado pulsear los lances y pases".

“Faltaban pocos minutos para las nueve de la noche cuando lo sacaron por la Puerta del Príncipe. En ese momento sonó en el reloj de la tauromaquia la hora de un tiempo nuevo asentado en la realidad de la quietud y en la grandeza del temple”.

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Tiene talante de torero de época, es de Sanlúcar y se llama Paco Ojeda

Alfonso Ávila

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