La palabra reinventar se aproxima a la necesidad de actuación de los españoles cuando esta crisis sanitaria pase. Se aproxima. Pero, lejos de caer en la insistencia del pesimismo, razones hay, creo que es momento de abordar lo que nos va a suceder, no en un futuro próximo, sino desde un futuro próximo. Nada será igual porque la recesión económica se calcula mucho peor que la última crisis. Se habla de una especie de posguerra. Pues si es así, vamos palante.

Si se puede dar algo de temporada, oro en paño. Dar una temporada con dos propósitos. Uno, dar salida al “producto” todo lo que se pueda y, dos, dar esperanza al aficionado con el mensaje de que estamos vivos y vamos a seguir siendo una actividad importante. Para lograr estos dos objetivos es necesario tomar medidas de posguerra. Es decir, medidas coyunturales urgentes y medias estructurales importantes para el medio y largo plazo.

Es necesario tomar medidas de posguerra. Cuando dejen hacer espectáculos con reunión de un público reducido, hay que hacer montones para repartir entre los que han trabajado. Lo mío y de cada uno va a ser lo que haya. O eso, o nada

En cuanto se pueda concentrar a público en una plaza, olvidémonos de los santos patrones. Ciudad que aún case patrono y fiesta con feria, adelante. Las demás, las que no han podido celebrarse, que traten por todos los medios de dar toros, los que sean, cuando sean. Sin otra finalidad que sacar el producto y aliviar el “hambre de toros”. Usar las plazas cubiertas de forma valiente y en fechas inusuales. Porque cuando podamos salir a la calle las ganas de ocio serán inmensas, quizá paralelas a la falta de dinero en el bolsillo.

Yo pregunto. ¿Se sabía lo que ganaba Manolete? ¿Se sabían los honorarios de los que sean en la posguerra de nuestra Guerra Civil? No. De la taquilla se hacían montones, literal. Montones para repartir entre los que habían trabajado, toreado, organizado, puesto los toros… Pues hagamos lo mismo. Lo que se ingrese en el festejo, dinero de todos sin la base a priori de “esto es lo mío”. Lo mío y de cada uno va a ser lo que haya. O eso, o nada.

Supongamos que dejan espectáculos con reunión de un público reducido, mil, dos mil personas. Pues a dar toros para mil o dos mil gentes. Y a hacer montones. Con racionalidad, con equilibrio. Porque es eso o no es nada. Y lo que sucede después de la nada es la nada perpetua. Cuidado con los sitios donde no se den toros, a ver si mañana no se dan y no pasa nada.

Se necesitan medidas estructurales para ir creciendo de nuevo. La reducción de costes ha de ser absoluta

Lógicamente, esta forma urgente de posguerra es solo una medida transitoria. Se necesitan medidas estructurales para ir creciendo de nuevo. La reducción de costes ha de ser absoluta. Pedir un canon cero por uno o dos años, o un año y un porcentaje el siguiente, sumar la reducción de costes organizativos y fiscales, poner sensatez en los honorarios, rebajar el precio de las entradas de forma proporcional a la reducción de costes, facilitar el pago de la forma que sea a abonados…

Las gentes de el fútbol dicen que jamás se volverá a ver una “compra” de jugadores a los precios desorbitados y hasta inmorales que había ahora. En realidad esta crisis que nos lleva a una economía desconocida para casi todos, nos pone en el fondo de la piscina para invitarnos a tirar hacia la superficie. Todo lastre que tengamos va a hacer que no podamos salir a flote.

O es todos juntos o no será. Por primera vez es así. Si alguien trata de salvar su economía particular sin mirar en paralelo a la economía de todos, ganaderos, toreros, empresarios, público, posiblemente ni siquiera salve su negocio

Y eso no se logra con la forma de actuar de siempre. O es todos juntos o no será. Por primera vez es así. Si alguien trata de salvar su economía particular sin mirar en paralelo a la economía de todos, ganaderos, toreros, empresarios, público, posiblemente ni siquiera salve su negocio. Y, sinceramente, creo que hay forma de sobrevivir y, más tarde, de crecer. Porque posiblemente seamos el sector que tiene más “cintura” al no ser sector que viva o dependa de las subvenciones.

Es ahora cuando solo el hecho de reducir los costes de explotación impuestos en los pliegos, nos llevará a certificar que son los más altos que jamás haya tenido actividad económica alguna. Pedir condiciones de explotación a modo de estos tiempos es tarea de todos, no solo de los empresarios. De todos juntos. Porque a todos nos va la vida en ello.

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Carlos Ruiz Villasuso

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