LA PINCELADA DEL DIRECTOR

Tormenta en los despachos

José Luis Benlloch
sábado 20 de enero de 2024
Las ausencias de Daniel Luque: o donde acaba la realidad artística y comienza el negocio que la sostiene

Tormenta en los despachos. La temporada ha nacido bronca en las alturas y las redes sociales fieles a su propia naturaleza le echan gasolina al fuego. Cuestión diferente es que haya rigor en los argumentos. La pasión le gana la mano a la razón. No importa ni viene de nuevas, en el toro sin pasión no sería el toro. La ausencia de Daniel Luque en las primeras ferias ha sido el detonante. No estará en Castellón, tampoco en Valencia ni en Olivenza y desde luego debería estar. Se lo ha ganado. No en balde es torero en apasionante plenitud y acentuado carácter competitivo. Así que perdérselo aún duele más. El embrollo se sitúa en la parte oscura o mercantil del toreo, donde acaba la realidad artística y comienza el negocio que lo sostiene. Por si no fuese suficiente la ausencia de Daniel en esas primeras ferias, el contencioso va más allá y se especula con las razones de su exclusión del cartel del Domingo de Resurrección en Sevilla por los mismos y no reconocidos motivos; y hay sospechas, por lo menos sospechas, de que tales motivos son un cruce de conveniencias y directrices generados por la competencia más descarnada, se señala a Roca Rey -aunque nadie lo confirma- que estaría yendo más allá de lo que se puede entender como legítima defensa de sus intereses en claro perjuicio del sevillano.

Cuando la pasión le gana la mano a la razón, talento para reconducir el guirigay

Uno tiene el derecho de no torear con quien no le apetezca (o no le interese) siempre y cuando esté dispuesto a cargar con las consecuencias. Esa es una realidad que en el caso de los primeros espadas se aplica en prácticamente todas las contrataciones. Conocidas son las frases no me gusta el cartel o ponme a alguien por delante o tal y tal, sucedía, sucede y mucho me temo que seguirá sucediendo entre los de mayor estatus y los de menos, de tal manera que lo mismo un día uno es martillo y el otro yunque que se cambian las tornas y el yunque se convierte en martillo. Nada es nuevo, lo que no quiere decir que sea bueno, pero pasar pasa. Legendarias son las exigencias e imposiciones en ese sentido de El Guerra o posteriormente de Joselito el Gallo como las más proverbiales y desde entonces hasta el momento no ha habido figura que no haya impuesto sus conveniencias, de Manolete (menudo era Camará) a El Cordobés, de José Tomás a cualquier otro mandón, con más o menos diplomacia o mesura o inteligencia o desvergüenza, con más o menos luz y taquígrafos o desde la opacidad absoluta, pero suceder, insisto, siempre sucedió. No es lo ideal, pero puede ser entendible en un mundo tan competitivo y volátil donde un día estás arriba y el siguiente desapareces. El problema puede tomar vuelos definitivamente nocivos a la hora de establecer el límite, o sea, la raya de la defensa propia e invadir territorios ajenos. Y no es fácil de delimitar. Un tranco más allá o acá y se cae en el veto directo y en ese mismo momento se pierde toda la razón. En todo este embrollo tan de actualidad, tan esgrimido en redes y tertulias algo tendrían que decir los empresarios. No se puede obviar que son ellos quienes tienen la última palabra, que son cómplices necesarios, que nada sería como es sin su plácet.

En el último affaire, digan penúltimo, habrá heridos, señalados, vencedores, díganlo como quieran, pero habrá consecuencias. Del buen manejo de la situación, de la mesura, de la rebeldía y/o empecinamiento de unos y otros, del talento para buscar soluciones dependerá el resultado final. Por lo pronto las últimas noticias sobre la feria de Castellón en las que se asegura que Luque no ha aceptado un mano a mano con Borja Jiménez varían la percepción general que se tenía del conflicto inicial. Talento es lo que hace falta para reconducir semejante guirigay. Si el pulso lo acabasen llevando a la plaza podría ser el inicio de una bonita historia de … de amor ya sé que no, pero de pasión sí y qué sino es el toreo en su mejor versión.

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