Con el toro bueno triunfan los buenos toreros, con el malo nadie. La de Juan Pedro no era corrida para Pamplona. Siento tener que decirlo...
Con el toro bueno triunfan los buenos toreros, con el malo nadie. La de Juan Pedro no era corrida para Pamplona. Siento tener que decirlo porque el “alquimista” era amigo mío y a él le debo unas cuantas conversaciones sobre el ganado bravo y su circunstancia, al filo de la piscina del hotel Meliá de Alicante, que algo me enseñaron. Quitado el segundo de la tarde, primero de Perera, que tuvo algo más de brío y con el que el extremeño anduvo muy firme y enbraguetándose con él, en un claro reencuentro con la verdad de su estilo, los demás dieron encefalograma plano. Suavones, lentorros y sin vitalidad, dieron lugar a una novena tarde de los “sanfermines” que rondó el bostezo.
De poco valieron los esfuerzos de Talavante en un momento esplendido de creatividad y torería ni la reciedumbre de Perera. Con semejante material era imposible edificar nada definitivo. Tampoco los dos tercios de banderillas, brillantes como siempre, de El Fandi fueron suficiente argumento para darle consistencia a la tarde. Una sola oreja, la del primero de Talavante, ha sido parco resultado para un público que tanto se merece por su alegría, ilusión y entrega a un espectáculo que en su plaza de La Misericordia adquiere carácter universal. Poca historia ha tenido el retorno de los “juanpedros” a San Fermín. Habrá que pensar en añadirle algo al guiso que le dé “cochura”, como dicen en mi pueblo.
Con decirles a ustedes que me he acordado toda la tarde de un Miura que mató el pasado día 8 Castaño, de un par de El Pilar que mataron Fandiño y Mora el 10 y del primero de Victoriano del Rio que lidió El Fundi el 12, ya está dicho todo. En fin, toros “light” para toreros de alto voltaje.
