El primer aldabonazo de San Isidro 2025 lo ha dado Talavante. ¿O no es aldabonazo abrir la puerta grande de la calle Alcalá?... Alguno habrá que le ponga sordina, de otra manera no estaríamos en Madrid. Tampoco debe extrañar, ni la sordina ni el aldabonazo. Ni Madrid va a renunciar a su personalidad ni Talavante iba a dejar de ser el Talavante de los sonidos negros y la creatividad, el tipo imprevisible capaz de improvisar y crear tendencias (el natural para cerrar la serie de derechazos, el doblón por un mismo pitón, las bernadinas…). Ambos, Madrid y Talavante, han mantenido de siempre una química exitosa, con sus dientes de sierra, faltaría más, aquello de te quiero, no te quiero, te vuelvo a querer, ha acompañado las carreras de todos los grandes toreros en Madrid. La lista sería interminable. En realidad, entras en esa lista o realmente no estás entre los grandes. Decididamente es cosa de carácter, idiosincrasia social diría un cursi, cuestión de amores toreros me gusta más, de la pasión a la ojeriza y/o al revés en lo que va de una tarde a otra, de una temporada a otra. Cuenta la historia que desde que vendían pitos para El Guerra o la tomasen con Joselito nada menos, hasta forzarle a irse a Talavera aquella infausta tarde, todos los grandes han consumido, degustado y sufrido esos cambios de estación emocional.
En la trayectoria de los toreros, de los grandes, hay triunfos de prestigio y triunfos menores, necesarios pero ajenos a la bolsa, triunfos trampa que si no llegan se echan a faltar y si llegan se miran con cierta normalidad. Son los peajes de las figuras, nada que ver con los triunfos de prestigio como este de Talavante que mejoraba todo lo anterior. El extremeño lo sabe, por eso lo celebró con especial efusividad, por eso se apresuró a declarar apenas le acercaron un micro los compañeros de Telemadrid: “Ha llegado en el momento ideal”. La temporada no estaba siendo mala, en realidad era buena, pero... faltaba el triunfo de prestigio que le sacase brillo al estatus de figura en las alturas. En medio de esta disección decir que las figuras son aquellos que están bien cuando hay que estar bien y buenos toreros son aquellos que están bien cuando hay ocasión de estar bien, otras posibilidades, que existen, no hay ni que contemplarlas.
Madrid y Talavante han mantenido de siempre una química exitosa, con sus dientes de sierra, faltaría más, aquello de te quiero, no te quiero, te vuelvo a querer, ha acompañado las carreras de todos los grandes toreros en Las Ventas
Hablando de triunfos de prestigio y hablando de Talavante, siempre me acuerdo de su triplete de consagración arrancando la temporada de 2007: el de Valencia donde en medio de una balacera de angustiosas bernadinas, nos cruzamos la mirada, me guiñó un ojo y sonrió, entendí que no podía haber mayor señal de valor; el de Sevilla con el natural eterno de aquella faena que le permitió viajar el día siguiente en bus desde La Alcornocosa a Sevilla sin que le cobrasen el billete; y el de Madrid el mismo día de la confirmación, para qué esperar más, que lo catapultó a lo más alto. Y desde entonces, en la capital se sucedieron cinco salidas a hombros que con esta se completa la media docena que le sitúan en un puesto destacado de la historia de Las Ventas, tantas si no me falla la memoria como Rafael Ortega o Paquirri, el que por cierto también transitó del reconocimiento al negacionismo más pasional.
La faena de esta temporada al toro Misterio tuvo encanto y buen pulso, una perfecta combinación entre el toreo parado y el caminado, entre el natural (con la izquierda o con la derecha) y el cambiado en busca del desahogo y el pitón de fuera, tuvo dominio sin ser agobiante, no fue nada bélica y si acaso lo fue, cualquier atisbo de agresividad quedó disimulado en la templanza de sus muñecas, fue un ejercicio de delicadeza, en realidad no fue nada corriente, nada al uso y quizá por eso escapó al entendimiento de algunos. A propósito, no se es mejor aficionado por ser más negacionista, decir no o poner peros en demasiadas ocasiones, el no por el no es síntoma de… ¿cerrazón, insensibilidad, desconocimiento, ansia de notoriedad…? Todo muy respetable pero hasta ahí.