Finito de Córdoba y la casa Matilla han cesado en sus relaciones profesionales armónicamente, si hemos de hacer caso de lo declarado por ambas partes. No ha habido ruptura, puesto que los once años de unión profesional que dejan atrás estuvieron basados en la amistad, cuya continuidad confirma el abrazo de despedida. Toño Matilla y Juan Serrano son dos hombres jóvenes, de edad aproximada, entre los que siempre hubo un buen entendimiento. Es bueno que no haya habido un “devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo demás”, ni reproche alguno por ambas partes. Quizás todo radique en la realidad de que todo lo que empieza acaba. Tan natural como la vida misma.
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