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Un día de toros en Utiel (y en el mundo) es mucho más…

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Ambiente plaza de toros Utiel

Fotos: Carlos Alarcón.

Un día de toros en Utiel ha sido desde siempre mucho más que las dos horas de la corrida e incluso está por encima del cartel de toros y toreros que cada año, allá por la Virgen del Remedio, cuando rompe septiembre y la vendimia lo permite, convoca a los aficionados del pueblo, o mejor de la ciudad porque así decidió Felipe IV que lo fuese, ciudad, a los de toda la Plana de Utiel, incluso a los de Requena que por una vez ceden en su bonita competencia y van, a los de la capital y a los de la Serranía. Un día de toros en Utiel siempre fue, y lo seguirá siendo, la tertulia mañanera en torno al olmo del patio de cuadrillas, el único de esas dimensiones que resiste a las plagas en todo el término; el entorilamiento en el que los encargados de cada puerta asume una responsabilidad que pasa de padres a hijos para que las operaciones no se hagan con más sobresaltos e incidentes de los deseados.

Luego viene el vermut, la comida en el Potajero Chico, olla a poder ser, o en casa la Abuela o en el Vegano o en los muchos nuevos restaurantes que han abierto, la vuelta a la plaza por la calle del Remedio, que por esos días luce las fachadas recién encaladas y las mejores galas en los balcones, se va a pie, claro, con la banda de música que en Utiel, poco menos que una sinfónica, suena cumbre, con las festeras y con los amigos que a esas horas manejan ya con divertida esgrima los chascarrillos y bromas más agudas. Todo en perfecta camaradería. Es la transversalidad social e ideológica que desde siempre hubo en el toreo. Están los del Redondel, los Cuarenta Pavos, los de la Peña Taurina, los Catacaldos que compatibilizan toros y teatro, los que te hablan de Rambal, del poeta Duyos, de Berlanga o los que recuerdan aquellas tardes de Ponce, de Espartaco, de Jesulín o las más recientes de Finito y Curro Díaz, que tuvieron un pique memorable ante los fuenteymbros que nadie olvida.

POSDATA.- Lo dicho para Utiel es aplicable a tantos y tantos pueblos de España donde las fiestas sin toros nunca fueron fiestas. Es lo que ahora algunos se pirran por abolir, abolir por abolir, joder por joder, sin más reflexiones, con las luces cortas sobre las consecuencias que tendrá, hablan de crueldad animal y pasan de lado por la crueldad humana, hablan de ecología y dinamitan la biodiversidad, ignoran el campo y viven del campo…

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Un día de toros en Utiel (y en el mundo) es mucho más…

José Luis Benlloch

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