Conocí a Jordi García Candau en febrero de 1982 durante el juicio del 23-F. Jordi era un jovencísimo redactor de Radio Nacional y yo un maduro periodista destacado por El Correo Catalán en aquel acontecimiento histórico. Nuestra relación fue amigable y cordial y así se ha mantenido a través del tiempo.
Durante muchos años coincidíamos de Pascuas a Ramos y nos saludábamos con alegría, pues la simpatía era mutua. Cuando García Candau puso en marcha RTV-CLM, sin mayor compromiso formal que un apretón de manos, me hice cargo de las transmisiones taurinas del ente. Él sabía cuáles eran mis ideas y a la opción política que votaba, que no era precisamente el PSOE, y yo tampoco ignoraba las suyas. Jamás hablamos de política ni de dinero. Me pagó lo que creyó justo, y a mí me pareció bien. Ni profesional ni económica ni políticamente hubo nunca un roce entre nosotros.
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