La charla con Javier Arauz de Robles va y viene por los avatares de la fiesta actual, recorre los surcos de los recuerdos más apasionados, desempolva vivencias y saca a flote los sentimientos propios de un romántico del toreo. Hablamos de aquellos años sesenta en los que a una figura le replicaba otra y otra y otra hasta ligar dos, tres generaciones gloriosas; de aquellos tentaderos, con Javier siempre aparecen los tentaderos, en los que se consideraba el mejor y se empeñaba en demostrarlo tuviese a quien tuviese de collera; me cuenta locuras como la de aquella tarde de aniversario en que no tuvo otra ocurrencia que encerrar un cuatreño y torearlo en honor de Ana, su mujer, para celebrar sus bodas de oro juntos. “No había nadie más en la plaza, ella y yo solos”, apostilla antes de señalarme la testuz del toro que luce en el salón a modo de trofeo silencioso de su amor.
- “En la plaza debe haber la sensación de riesgo. Es imprescindible. También debe existir la posibilidad de armar un taco a un toro con pocos muletazos”
- “Si un toro humilla el que está delante percibe que el triunfo es posible y que vale la pena jugársela por mucha tralla que tenga el toro”
- “¿Cuándo se sitúa Joselito en figura?... cuando se encuentra con el toro de Cortijoliva en Las Ventas, algo distinto. Con situaciones como esa y con la lucha entre compañeros por ser el mejor, empieza a tener sentido el toreo”
- “El toreo tiene muchos argumentos para poder defenderlo. Podríamos hablar de arte pero también de su significación, representa un modo de entender la vida, forma parte de la historia de este país… Tiene muchos valores”
- “Recuerda a Luis Miguel sin hablarse con su cuñado. O a Camino rebelado porque le habían dicho esto o aquello. O a Puerta por el medio diciendo que iba a acabar con todos… Y había muchos más. La de los sesenta fue la mejor época que he conocido”
- “Luis Miguel le hizo mucho favor a la fiesta. Primero por la técnica que tenía y segundo por su personalidad. Arrollaba allá donde estuviese. Camino fue otro torero fuera de lo común, el que empezaba el toreo allí adelante era él. Benítez...”
- “Las ganaderías que había en Jaén no eran como las de la baja Andalucía pero sus vacas imponían respeto, traían riesgo y hacían toreros”
Lea AQUÍ la entrevista completa en su Revista APLAUSOS Nº 1948
(Foto: J.Porcar)
