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Un sabio llamado Florito

Hay personas a las que admiraré siempre. A aquellos que llevan su trabajo hasta la perfección (lógicamente pasan por el esfuerzo, la constancia, el conocimiento y el instinto de superación). Y se les nota rápido. Nada hacen a medias, poco dejan al albur del destino. Incluso el destino se puede mejorar porque no está escrito en ninguna piedra filosofal (que se decía que era capaz de convertir los metales como el plomo en plata o en oro; incluso pensaron que podría lograr la inmortalidad). Y hay gente que roza la perfección absoluta en su trabajo o en su creatividad. Uno de ellos no necesita ningún premio oficial, es Florito, mayoral de Las Ventas (Florentino Fernández Castillo en el carnet de identidad). Desde su Talavera de la Reina, su padre era mayoral y él aprendió el oficio paterno pero le añadió el de torear. Hay fotos y tardes de triunfos. Manuel Chopera fue el que lo trajo a Las Ventas en los años ochenta. Y lo bordó. Su segunda etapa fue con los Lozano, la cercanía de José Luis, que en ese largo tiempo al frente de Las Ventas ya depositó toda su confianza en el mayoral. Más tarde fue con José Antonio Chopera, que siempre tenía una foto de Floro en su época de novillero, saliendo a hombros, en la cabecera de su despacho empresarial. Ya había cambiado todo con el mayoral. El trato con los toros, la limpieza, el orden, los bueyes que parecían que habían sido educados en la Universidad de Oxford o Cambridge, ya había alcanzado el doctorado de mayoral en todos los sentidos. Al principio les enseñó su papel, luego les hablaba, ahora, desde hace tiempo, se entienden (parece una fábula pero es verdad) con la mirada. Mi admiración por él en su cuarto reinado, ahora con Simón Casas y Nautalia, me llevó a la sorpresa fantástica de un novillero muy joven, con escaso recorrido, que brindó su novillo al mayoral, que reventó Madrid en dos faenas que rompieron con toda razón y derecho la puerta grande de Las Ventas. ¿Cómo se puede torear así siendo tan nuevo? Florito es su consejero personal. Y Floro nunca te equivoca. Floro es, posiblemente, uno de los mejores aficionados o mejor profesor de la Fiesta en todos su recovecos. Eso sí, callado, a la suya, las palabras justas, los amigos pasan su examen. Floro sí es la piedra filosofal del toreo. Lo sabe todo. Y se hace el mudo; pero cuando habla es recomendable poner atención y tomar nota.

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Manolo Molés

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