Le hemos quitado la Fiesta al pueblo. Sin el pueblo, el toreo no es nada, apenas un reclamo de ferias sin el apego social de quien puede defenderlo en la calle y frente a la política y al mal político: la gente, el pueblo. Este sistema económico del toreo, de costes caros y precios caros, hace de esta oferta algo para una élite o una clase pudiente, y se aleja de la economía real de los bolsillos de los hombres y mujeres de a pie. El toreo y sus gentes de sombra, en su sentido excluyente por sentirse élite entendida, ha despreciado históricamente a las gentes de sol. Esas gentes que ya no van a los toros. Si alguien pensaba que la crisis iba a afectar a las entradas caras de sombra, se equivocó. Son, más que nunca, las primeras en agotarse.
