Asentada en una rara alquimia inicial enriquecida en los años 60 por una notable aportación de sangre núñez, la ganadería del Conde de la Maza camina sobre el filo del tiempo. Un encaste por sí mismo, defiende el ganadero. Más de un siglo de tradición. Un toro imponente por fuera, que marca distancia con una expresión capaz de impresionar por su seriedad y sus hechuras. Un animal diferente, un toro exigente por principios. Fidelidad a un modo de pensar y a unas ideas de ver y sentir la Fiesta.
- “Muchas veces lo que imprime respeto a un torero es el hierro del toro y no su juego. Hoy en día se mira mucho la matrícula a los toros”
- “El toro bueno de esta casa exige mucho al torero y pide entrega. Hay que ser muy capaz para ganarle la partida y quienes se han puesto de verdad con ellos, han triunfado. También nos salen toros muy malos que pegan bocados. Pero todos entran dentro de la lógica”
- “Hoy día se selecciona buscando un toro que sirva al torero para triunfar, cuando lo que tiene que hacer el torero es triunfar con lo que tiene delante. Un toro no puede ser nunca un colaborador porque estamos perdiendo la esencia de este espectáculo”
- “Una vaca buena es buena con cualquier tipo de toro y una vaca mala también. En cambio, el semental varía el comportamiento de sus crías en función de la vaca que le eches”
- “Si por ganadería dura se entiende la de los animales que venden cara su muerte y que exigen al que se pone delante, estoy encantado de ser un ganadero duro”
- “La Fiesta se encuentra basada en los toreros y creo que no hay que perder de vista la raza ni la emoción que aporta la bravura de un toro”