En el toreo no se fallece, se muere. Y se muere porque te matan. Un toro. Un novillo. Una vaca. Morir es desde dentro, morir es que se nos derrumbó el cuerpo, que cayó al suelo como tiramos los zapatos viejos. Morir es no volver a respirar jamás. Morir es el abismo. La desesperación. Morir despojó de la vida a Renatto Motta y le arrebatará tres o cuatro quintas partes de vida a quien le quiere. Siempre son los demás los que mueren para matar un poco a quien queda vivo queriéndole. Y, sin conocerlo, a Renatto se le quería porque es uno de los nuestros.
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