Cuando te arrolla la muerte de alguien a quien estimas tanto y forma parte de tu vida, de tu hábito, de tu paisaje diario, sales de ese túnel de dolor y aturdimiento preguntándote demasiadas cosas. La cruda realidad empequeñece mil cosas que hasta ese instante te parecían importantes e incluso fundamentales. Y somos muy estúpidos y muy simples y de tanto mirarnos los pies olvidamos el horizonte y lo fundamental en esta vida.
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