Cuando nació Jesucristo, en Belén de Judea, no había ni mula ni buey. Lo dice el actual Papa. No dice si es porque andaban tiesos o qué. Los “belenes” de Navidad son, entonces, una leyenda de ficción. No he visto corriente animalista alguna cargar contra el Papa de los católicos por borrar de tal acontecimiento a dos animales. Puede ser que el Papa, al negar la existencia histórica de buey y mula, estuviera liberando a los “belenes” de una iconografía del maltrato animal. Ya saben, buey y mula currando para el ser humano. Maltrato animal. Aunque, sinceramente, me da que mucha gente no va a hacer caso al Papa y va a poner mula y buey.
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