ENTREVISTA
Víctor Hernández posa para Aplausos en el patio de cuadrillas de Las Ventas. Foto: Javier Arroyo.Víctor Hernández posa para Aplausos en el patio de cuadrillas de Las Ventas. Foto: Javier Arroyo.

Víctor Hernández: en el camino correcto

José Luis Benlloch
lunes 07 de julio de 2025
Dame un toro, cinco minutos, un corazón fuerte y levantaré una leyenda. No es exactamente una cita bíblica, pero lo parece y lo merece. En realidad, es el evangelio sobre el que se sostiene la verdad del toreo. En la historia del propio toreo hay muchos ejemplos que ratifican esa creencia, la misma que mantiene encendidas tantas y tantas ilusiones, la que permite soportar todo lo duro e ingrato que tiene el lado oscuro del toreo...

...Un día, un toro y cinco minutos de tu vida en los que te importe exactamente un bledo palmar y… zape, lo lograste. Fe y cojones (perdón), fe y cabeza. No hace falta más para pasar del anonimato y la desesperación a la gloria: cinco minutos, un corazón… Y si son dos toros y si es en Madrid y si es por San Isidro… entonces… ¡uf!... solo falta que lo repita, te dirán los más reacios. Está bien, es justo, que lo repita, pero si lo ha hecho una vez ya hay que abrirle cuenta en el banco del prestigio. Es lo que ha ocurrido este mayo madrileño con Víctor Hernández.

Madrid kilómetro cero, comienza la gran travesía. Dicho lo dicho y sobre todo hecho lo que hizo, agarrarse al piso, aguantar miradas y amagos del toro, su oponente y su amigo, viajar a las antípodas de la prudencia, saltar por encima de la exigencia de Madrid, la plaza a la que siempre recurre para dar un paso adelante, se declara feliz, faltaría más, también tranquilo consigo mismo.

-Lo de Madrid me ha venido a demostrar que estoy en el camino correcto.

Llegó a la plaza con los deberes hechos y por ello tranquilo. Con la convicción de haberse preparado a conciencia no solo para esa tarde, también para la temporada. Consciente de lo que se jugaba, dice. El cómo saliste del hotel ya lo hemos dicho, pero cómo volviste.

-Volví jodido, pensando que podía haberlo redondeado todo más, en que el triunfo hubiese podido ser mayor. Esa era la sensación. 

Cortó una oreja de su primero en un ejercicio de aplomo y disposición, y pudo cortar otra en su segundo que le hubiese franqueado la puerta grande que finalmente frustró con dos inoportunos pinchazos aunque para entonces había quedado claro quién era este Hernández y las intenciones que traía.

Un pasaje al natural de Víctor Hernández el pasado San Isidro en Madrid.

-En esta profesión siempre se dijo que se puede pasar de la clandestinidad al poder, del anonimato a la gloria, en cinco minutos.

-Yo todavía no lo he podido comprobar, pero sí noto que he dado un paso adelante en mi profesión, pero para alcanzar esa gloria todavía quedan muchas tardes y muchas cosas por decir.

-Supongo que habrías soñado una tarde así.

-Uno siempre quiere triunfar y salir a hombros, y sueña con ello, pero dar una tarde de la que la gente no se olvide fácilmente también era un sueño.

-Te escucho contenido en tu alegría.

-Este éxito está bien, pero soy consciente de que no tiene sentido sin que venga otro éxito detrás. Ahora ya estoy enfocado en las tardes siguientes. Este me ha abierto el camino, pero no voy a vivir de esa tarde, por eso igual no me ves eufórico.

-Era un trago, Madrid siempre es un trago, especialmente para toreros con urgencias. ¿Tú cómo lidias esa presión?

-Madrid es una plaza a la que voy muy tranquilo. En mi situación actual, en la que tengo poco que perder y mucho que ganar, me da confianza. Los días de antes sí estaba un poco tensionado y con los miedos lógicos, pero en el momento en que me puse el vestido de luces todo se serenó y acudí a la plaza muy tranquilo.

-¿Y a ti cómo se te manifiestan los miedos?

-De muchas formas. Te vuelves una persona un poco extraña a la que le apetece un poco de soledad. El día antes de Madrid, por la mañana tenía algo en el estómago que me costó quitarme, pero como te digo en el momento en que me enfundé el vestido de torear desaparecieron todos los fantasmas y acudí a la plaza muy seguro de mí mismo. Yo creo que eso se notó.

“Con lo que más seguro me siento es con la mano izquierda. Por ese palo soy un torero poderoso que sabe torear despacio y bien”

-O sea que una mañana de toros mejor no saludarte.

-Con mi gente intento estar bien. Ellos no se merecen que les conteste mal o que pueda pagar con ellos mis miedos, pero sí busco la tranquilidad y aislarme del mundo exterior.

-¿Sabes cómo se llamaban los toros?

-El primero se llamaba Buscaoros.

-Eso es una premonición, una señal.

-Espero, espero. Ese nombre no se me va a olvidar.

-¿Eras consciente en tiempo real de lo que estaba sucediendo en la plaza, que tenías al toreo en alerta?

-Yo estaba muy concentrado en el toro. Hubo momentos en los que me olvidé de la gente, era como si estuviésemos el toro y yo solos en la plaza. Y no, no era consciente de la trascendencia, pero sí notaba que le estaba ganando la partida a aquel toro tan complicado.

-¿Qué tenía de complicado?

-Mucho. De capote lo veía imposible. Venía por dentro y se quedaba muy corto. Luego a base de fe, de esperarle mucho y llevarlo muy cosido fue rompiendo para adelante. Y a partir de que me pude colocar en el sitio de torear ya pude hacerle faena, pero de primeras no pensé que me fuese a permitir colocarme en ese sitio y poder tirar de él.

-El segundo no fue mejor.

-Ninguno de los dos fue bueno, pero yo no me había preparado para dos toros buenos, que también, por eso estaba muy centrado en las virtudes de los dos que alguna sí tenían. Me sentí por encima y a gusto dentro de ese tipo de embestidas.

-¿Y cuándo notas la trascendencia?

-Una vez que me duché y me quité el vestido. Entonces fue cuando comencé a digerir la parte positiva, hasta ese momento mi cabeza estaba en lo que me había dejado atrás, en la oreja del segundo toro que no había cortado… entendí que había calado y que la afición había quedado contenta. Eso me reconfortó mucho.

-¿Qué destacarías, dónde estuvo el punto a valorar de la tarde?

-En que nunca perdí la concentración ni la esperanza de poder hacer el toreo saliese el toro que me saliese. Yo iba a hacer el toreo bueno, no había otra posibilidad y creo que lo logré.

-¿No tuviste ningún mal pensamiento, entiéndase como tal un hasta aquí he llegado, me conformo, no cruzo otra raya…?

-Nooo. En ningún momento. No tuve el menor atisbo de conformismo. Fui a máximos.

-Esta de Madrid entiendo que ha sido la tarde más trascedente de tu carrera, pero ¿ha sido la mejor?

-Ha habido tardes más redondas, de cuajar un toro bueno de cabo a rabo, de torear a compás…

“Mejor que te comparen con un grande que con uno que no se ha comprado una maceta. Más allá de eso busco tener mi propia personalidad… no me conformo con la comparación”

-¿Cómo cuál?

-Uno de Baltasar Ibán en la final de la Copa Chenel, en Móstoles, por ejemplo. Lo toreé muy bien con la mano izquierda. Pero la tarde de Madrid es una de las que más orgulloso me siento por el escenario, por ser San Isidro y por la trascendencia.

-¿Cuál ha sido la respuesta?

-Me ha servido para entrar en otras ferias, para que la gente me tenga en cuenta. Siento como que la afición quiere volverme a ver y eso me recompensa, y me llena de ilusión. Ya te digo, siento que estoy en el camino.

LO QUE SE AVECINA

Ahora empieza lo bonito y lo duro, el competir con los mejores, el pisar la alfombra de las ferias, el comparecer ante un público que se supone con ansias de ser ellos quienes ratifiquen la nota de Madrid, pero también de acabar de aupar al nuevo valor. Nada le tiene que pillar de nuevas, lo sabe, lo habrá escuchado mil veces.

Víctor ya conoce la dureza de la profesión. El bautismo llegó en Albalate del Arzobispo cuando lo atrapó un novillo de Los Maños y le hirió de consideración; y de nuevo, antes de comparecer con los del castoreño, sufrió una segunda cornada en Brihuega; posteriormente, ya en la categoría superior, volvió a sufrir la parte más cruenta del toro en Villaseca de la Sagra, en Almería y en Sacedón, esta ya como matador. La prueba de la sangre la ha tenido que superar desde sus primeros días sin caballos hasta la más reciente de Torrejón de Ardoz apenas hace unos días. Ahora tendría que estar camino de Pamplona donde este martes iba a debutar en una plaza que le ha abierto sus puertas tras su actuación en el pasado San Isidro madrileño. Pero una dura voltereta en la plaza madrileña le provocó una fractura en el cráneo y un coágulo en la cabeza que han frenado el ascenso y lo tienen guardando reposo en su domicilio. Tras San Fermín llegarán Málaga y Bayona, que era la única corrida que tenía firmada antes de Madrid. En la plaza francesa estuvo anunciado el año pasado pero una cornada en Sacedón la víspera le impidió hacer el paseíllo con la fortuna, buen criterio, de que los responsables le guardaron la vez y ahora le llega la oportunidad de abrir el mercado francés. Esa es su agenda por el momento.

-Están superadas a mucho orgullo; las cornadas son parte del toreo, medallas que sin ellas la gloria cuando llega no sería la misma.

Hernández posa para Aplausos en el asolerado patio de cuadrillas de Las Ventas de Madrid. Foto: Javier Arroyo.

-¿Cómo explicamos a quien no te haya visto cómo es Víctor Hernández?

-Me considero un chico humilde que lleva la pureza y la verdad por bandera, que tiene unas ganas incontenibles de ser figura, que quiere dejar huella en el toreo.

“En lo personal, puse en una balanza renuncias y ganancias, y ganó el toro que es lo que me tenía enganchado y por el que vivo”

-Preguntaba por las armas para dejar huella, en qué eres bueno.

-Con lo que más seguro me siento es con la mano izquierda. Por ese palo soy un torero poderoso que sabe torear despacio y bien.

-¿Y qué te está costando más?

-Va por rachas. Últimamente la espada me está costando un poquito, pero sé que es algo que tiene solución y que las armas para resolverlo las tengo.

-Tendrás referentes

-Muchos. Manolete, Camino, El Viti…

-Luego abrimos los periódicos y te comparan con José Tomás. No sé si es excesivo, si te carga de responsabilidad y si por ello es justo…

“Valor es saber dónde te tienes que poner y ponerte, aunque quepa la posibilidad que el toro no te respete. Ser capaz de aguantar ciertas miradas y parones…”

-Que te comparen con uno de los más grandes de la historia por una parte te gusta, pero es un compromiso, sí. Claro que mejor que te comparen con un grande que con uno que no se ha comprado una maceta. Más allá de eso vivo mi vida igual que antes, busco tener mi propia personalidad… no me conformo con la comparación.

-¿Te lo habían dicho antes?

-Sí.

-¿Conoces a José Tomas?

-No.

-A propósito, ¿tú cómo andas de valor?

-Tengo el justo para funcionar en esto, que no es poco.

-¿Para ti qué es el valor?

-Saber dónde te tienes que poner y ponerte, aunque quepa la posibilidad de que el toro no te respete. Ser capaz de aguantar ciertas miradas y parones de esos que te miden, que parece que te digan voy a por ti. El valor está en eso.

-¿Eso cómo se cultiva?… ¿o eso se tiene?

-De siempre he tenido cierto valor natural, pero con la mentalización y teniendo las ideas claras sobre lo que quieres conseguir todavía se potencia más. Cuando sales mentalizado y sabes lo que quieres, las virtudes se acrecientan.

-En ese territorio entiendo que la técnica, una buena técnica, dará valor.

-La técnica te permite manejar al animal para no tener que sufrir tanto.

“Lo que me motiva es que la gente se pueda sentir identificada con mi toreo y se gaste a gusto los cincuenta euros de una entrada”

-¿Qué día sufriste mucho?

-He sufrido muchos días, sobre todo cuando uno empieza y no maneja las embestidas. No recuerdo ningún día concreto, los he olvidado, prefiero acordarme de los días que me he sentido bien.

Nacido en Los Santos de la Humosa, comenzó en la escuela taurina de Guadalajara, con Jesús de Alba y Ángel Puerta como profesores. Allí sigue el proceso natural de acceso a la profesión: un año de becerradas, novilladas sin caballos el siguiente y durante dos temporadas más en los que torea medio centenar de festejos hasta debutar con picadores en Sigüenza en agosto de 2018. Una novillada en la Guadalajara capital la temporada siguiente le despeja mucho el camino, le permite sumar contratos y aparece la persona que iba a dirigir su carrera, Roberto Ortega, banderillero, con quien sigue en la actualidad.

El espada madrileño en su comparecencia del pasado otoño en Las Ventas. Foto: Plaza 1.

Un percance en pleno septiembre que le impide cumplir diez contratos y la pandemia que llega en el arranque de 2020, abren un paréntesis en su trayectoria que para entonces ya parecía lanzada. En 2021 vuelve a la normalidad y aunque sin pisar plazas importantes torea una veintena de novilladas a un buen nivel que le dan el cuajo necesario para seguir creciendo. En marzo de 2022, en su presentación en Las Ventas, corta dos orejas a los novillos de Los Chospes y arranca un tiempo de triunfos entre los que está la conquista del Zapato de Oro de Arnedo; y finalmente, en agosto del año siguiente, 2023, final de su etapa novilleril, vuelve a cortar oreja en Madrid, siempre Madrid, éxito que le empuja directamente en el septiembre inmediato a tomar la alternativa. La decisión resulta clave y definitiva para remontar la situación que para entonces parecía haberse contenido respecto a las expectativas iniciales. “La alternativa me reforzó la ilusión. Me hizo sentir bien, con mucho que ganar y mucho futuro. Fue uno de los días más felices de mi vida”, dice.

“El mejor apoderado es uno mismo, la espada y la muleta del propio torero”

Sucedió en Alcalá de Henares, el 1 de septiembre de 2023, cortó tres orejas con El Fandi como padrino y Javier Cortés como testigo. Doblado se llamaba el toro de la ceremonia, de la ganadería de Virgen María. Y a partir de esa tarde se abrió un mar de posibilidades: se proclama triunfador de la Copa Chenel y la temporada siguiente vuelve a cortar oreja en Las Ventas, esta vez en la Feria de Otoño alternando con Paco Ureña y Roca Rey. En ese tiempo rompió con Ortega, al que se puede considerar su apoderado de siempre, relación que se restableció posteriormente tras un breve impasse con Matías Tejela. Sobre tema tan trascedente como el del apoderamiento de un torero y las tentaciones siempre latentes de acceder a las casas grandes, Víctor responde pronto y seguro. “El mejor apoderado es uno mismo, la espada y la muleta del propio torero”.

Llegó al toreo cuando comenzó a acudir a las plazas para ver a su primo, Juan Manuel Hernández, por aquel entonces novillero con caballos y le picó la curiosidad. El primo no tuvo suerte ni continuidad, pero para entonces el veneno del toro había prendido en el joven Víctor.

-Viéndole me daban ganas de torear, pero no me imaginaba siquiera que podría hacerlo de luces. Luego las circunstancias me trajeron hasta aquí. Casi sin darme cuenta fui descubriendo la que era mi vocación, te diría que me fui enamorando del toro día a día. A cada momento lo tenía más claro y cuando me quise dar cuenta era matador de toros.

Mientras tanto se puede decir que no fue un mal estudiante, al contrario, se sacó un grado superior fundamentalmente por darle gusto y tranquilidad a los padres que sin ejercer gran oposición a la que siempre es una aventura, la del toro, tenían como es lógico un sentido real de la dificultad y los peligros que iba a afrontar su hijo, mayor que la del propio chico.

-Que un hijo elija una profesión en la que el riesgo de morir es tan evidente, para una madre no es nada agradable. Mi padre por su afición a los toros me apoyó más y es el que me ha acompañado todas las tardes de mi vida.

-En esta aventura qué buscas, pasta, notoriedad…

-Al principio solo buscaba mi felicidad. Cuando comencé a torear fue una sensación de novedad muy reconfortante, no había vivido nada que me llenase tanto. No me hacía falta siquiera salir a la plaza, solo con hacerme un toro de salón, con darle veinte muletazos a compás a un compañero de la escuela, me hacía sentir feliz e importante.

-Eso es bonito pero la grandeza del toreo obliga a ir más allá.

-Ahora que ya voy viendo la realidad del toreo lo que realmente me motiva es dejar un calado en la afición, que la gente se pueda sentir identificada con un torero como yo y se gaste con gusto los cincuenta euros de una entrada.

-A propósito de los euros, te habrás llevado ya la primera pasta.

-Bueno, bueno… para lo que me gustaría conseguir todavía nada.

-Para algún capricho sí habrá dado.

-No soy de muchos caprichos. Después de lo de Madrid el capricho ha sido hacerme un vestido nuevo, un sangre de toro y oro.

-El próximo debe ser un buen regalo a la madre que le compense de tanto sufrimiento.

-Esa es una de las cosas que más me motiva, ayudar a la familia, que vivan más holgados.

LO MÁS PERSONAL

-¿Has renunciado a muchas vivencias por el toro?

-Seguramente sí, en cuestiones de ocio, sí.

-¿Las echas de menos?

-No porque a cambio he tenido muchas vivencias que si no hubiese sido por el toro no hubiese vivido y que eran las que quería vivir. Por eso no puedo hablar exactamente de renuncias. Puse en una balanza renuncias y ganancias, y ganó el toro que es lo que me tenía enganchado y por el que vivo.

Hablamos tras la sesión preparatoria diaria. Actividad, la física, a la que da relevancia. Escuchándole digamos que la justa y necesaria, con el argumento de “el toro de hoy está muy preparado y hay que estar a la altura”, aunque matiza rápido que no es lo más importante ni mucho menos lo único: “Hay que tener muy en cuenta que el toreo es arte y además tiene un componente estético decisivo, por eso el toreo de salón es clave, te ayuda a trabajar la técnica y la estética”. Y continúa señalando otra cuestión primordial en la preparación mental: “Lo psicológico. Tener las cosas claras también es importante, te diría que de lo más”.

-Digamos que el que no sabe torear bien de salón no sabe torear.

-El que no sabe torear bien de salón es difícil que toree bien un toro.

-¿Ser de Madrid es una ventaja?

-En parte, sí. En mi caso aparte de poder torear en Madrid he visto muchos toros en esa plaza y eso ha hecho que mi personalidad se fragüe en torno a su concepto y por eso me siento un privilegiado.

No se considera especialmente supersticioso, pero sí tiene alguna manía que pretende ir eliminando porque como dice él, “donde empiezan las manías comienza el miedo”. Y no reniega de los ternos oscuros, incluso asegura que le gustan, pero de momento apuesta por los tonos claros, “tiempo habrá, cuando sea más mayor o cuando tenga más”.

-Naturalmente para ser torero hay que estar un poco loco.

-Sí, sí. Un mucho loco y un mucho cuerdo a la vez.

-Todo es poco.

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