Protagonista clave en la cocina de la feria ha sido Víctor Zabala de la Serna, dos apellidos especialmente ligados a la cita juliana: por una parte su progenitor, que mantuvo su presencia y su fidelidad cuando otras tribunas emigraban hacia la comodidad y atenciones de las ferias norteñas; y por otra la fecunda presencia de su abuelo Victoriano durante la edad de oro de esta feria (sirva como ejemplo un cartel de la edición de 1954 que campeaba estos días en Las Ventas, en el que el maestro se anuncia cuatro tardes sobre nueve, las mismas que Domingo Ortega y Vicente Barrera) le motivan especialmente en la operación rescate: “Para nosotros es la gran apuesta para revitalizar la historia de Valencia. Las circunstancias y los tiempos han conducido a que ahora la gran feria sea Fallas, pero hay una fuerte carga de nostalgia de los aficionados que vienen reclamando desde hace décadas a todas las empresas una gran apuesta en favor de la recuperación de julio que nosotros hemos querido atender. Lo hemos hecho con corazón y cabeza, tanto que diría que la gran apuesta, la más realista y contundente, es la de esta edición. Vienen cinco grandes ases del toreo actual, diría que es un auténtico repóquer; está el gran atractivo de Cayetano con su tremenda popularidad y el aval de una excelente actuación en Fallas; hay un guiño hacia la Comunidad Valenciana con una divisa, la de Miura, muy enraizada en la mejor historia de esta tierra en la que han entrado dos toreros de aquí; y no quiero olvidar la novillada que tiene un cartel de mucho interés y futuro. En conjunto se trata de una apuesta hecha, insisto, con corazón y con cabeza”.
LA REVOLERA
