Victoriano del Río y su hijo Pablo, y el empresario Simón Casas, fueron los protagonistas del cuarto coloquio que cada día tras el apartado organiza el Excelentísimo Club Taurino de Bilbao. “En mi ya larga vida como ganadero siempre digo que los errores o aciertos de hoy se hicieron hace cinco años. Ojalá hoy se vea el acierto en el resultado final”, afirmó en primera instancia Victoriano. “Para Bilbao en el campo aguardan cada año diez o doce toros, igual que para Madrid o Pamplona, este tipo de plazas tienen su tipo de toro. Para esta tarde han venido todos los que tienen que venir. Todo lo que se haga en Bilbao tiene importancia e influye en el devenir de la ganadería”.
El ganadero dejó reflexiones interesantes sobre el toro: “Los ganaderos nos tenemos que adelantar a lo que pide el público. Cuando empecé, la corrida era muy lenta en los tiempos y una de las exigencias de ahora es la prontitud que se pide al toro. Ese cambio se tuvo que hacer. Los que acierten con el toro del futuro, permancerán y los otros…”.
Pablo habló de la responsabilidad de hacerse cargo junto a su hermano de una ganadería instalada en la elite. “El legado de mi padre, pesa. Llevamos muchos años juntos y hemos visto la evolución de la ganadería. En esa evolución constante está la libertad de creación; hay que tener sensibilidad para ir en la dirección correcta y si no, nos tendremos que apartar un rato”.
Sobre los problemas que se auguran para encontrar toros de plazas de primera en el campo de cara a los próximos años, Pablo del Río, dijo: “Este año y el que viene estamos en las camadas de la pandemia. En esos dos años, te alimentabas a base de ilusiones en casa. Los ganaderos creamos un producto para disfrutarlo con los aficionados y los toreros. En esos años no teníamos ni la ilusión ni los nervios que siempre genera lidiar. La pandemia se tradujo en la reducción de las ganaderías. Eran unos gastos brutales; de hecho nosotros el año que viene vamos a tener un 60 % menos de lo que es una camada normal”.
“El ganadero no se ha ganado el respeto que debe tener. En mi casa hemos aprendido a decir no muchas veces. El ganadero siempre ha admitido cosas que no debía. Hace un siglo aparecíamos en los carteles como protagonistas, hoy no es así, pero poco a poco lo podemos conseguir”, afirmó. Y añadió: “La ganadería es un modo de vida, es una ilusión, pero no es rentable. Tenemos otras actividades económicas para mantener la ganadería. Pero esto es lo que une a nuestra familia, hoy estamos muchos aquí. Que embista un toro aquí compensa todo el frío de la sierra de Madrid que pasamos en invierno”.
Simón Casas abrió el coloquio con un discurso pasional que levantó las ovaciones de un público que llenó un día más el salón anexo al museo taurino de Vista Alegre. Entre las muchas e interesantes reflexiones, comentó: “La tauromaquia es un arte eterno en el que se debe dejar más espacio a los sentimientos. Y todo lo que sea imponer dogmas nos lleva no a un callejón sin salida pero sí a un espacio más reducido. Debemos conquistar a la juventud y me alegro de verlos en este coloquio, pero los jóvenes se conquistan por el sentimiento, por la pasión. Falta dejar espacio al placer. Los aficionados somos minoritarios pero somos tan grandes que somos universales”.