La ganadería de Victoriano del Río sigue agigantando su leyenda con Valencia. Otra tarde más del ganadero madrileño con varios toros candidatos a premio, y van… No fue una corrida completa, no, pues algunos toros embrutecieron el conjunto, como el desangelado lote de Talavante, pero hubo otros que justificaron por qué las figuras apuestan por esta divisa para sus grandes citas, aunque a veces tengan que pagar un duro peaje -ese quinto por ejemplo-.
Y es que don Victoriano, ¡qué genio!, con el callado y humilde trabajo junto a sus hijos Pablo y Ricardo, ha logrado del a veces denostado encaste Domecq, conseguir un toro exigente y muy encastado, a veces fiero, con el que precisamente las figuras no se sienten especialmente cómodos.
Frenoso fue uno de esos toros que engrosa ya la larga lista de toros bravos de Victoriano en esta plaza. Roca Rey supo potenciar sus virtudes con cabeza privilegiada: los tiempos, los vuelos, las distancias, la manera de provocarlo y encelarlo… Mantuvo el toro su intensidad de principio a fin, así como su codicia. También el ritmo, con un galope constante sin menguar. Embistió por abajo, siempre entregado y con una flexibilidad en el cuello que logró darle profundidad a su embestida. Aguantar la exigencia del trazo autoritario y largo de Roca Rey, además de los circulares sin solución de continuidad, está solo al alcance de los toros con fondo bravo. Grandioso este Frenoso, para el que se le llegó a pedir el indulto.
Por ello, el ganadero junto a su veterinario, en el desolladero, le cortó los testículos con el objetivo de sacar pajuelas para mantener viva esa bravura mediante la inseminación artificial en las vacas en una práctica muy habitual de este criador de bravo.
La dupla del peruano y el hierro de Victoriano ya fue binomio exitoso en 2022: con aquel Centinela incendió las Fallas al nivel de esta tarde e hizo lo propio en la Feria de Julio con Jungla, la misma tarde en la que Román cuajó a placer a un torrente de clase como Manisero, ambos toros premiados con la vuelta al ruedo. La bandera de la bravura de los victorianos lleva plantada en esta plaza desde hace años, quién no recuerda al fiero Forajido de aquella Feria de Julio de 2010, cuya acometividad encastada todavía se le aparece bajo la cama a Castella en esas noches de insomnio. O de Cantaor, con el que Jesús Duque cumplió su sueño el día de su alternativa, la misma tarde en la que El Juli y Soleares explosionaron por la vía de la emoción.
De la bravura descarnada a la embestida de algodón, que de todo hay en esta ganadería. ¡Ojo!, que Alabardero, con el que Chicharro se doctoró, fue lo que se dice un toro de dulce, de tan almibarada embestida que daban ganas de bajar al ruedo. Anoten también ahí al cierraplaza, con su fijeza y nobleza. ¡Vaya lote para el toricantano! Hasta el quinto, que tuvo mucho que torear, ayudó a cumplirse esa máxima que busca siempre el ganadero para sus corridas: que no se coman pipas. La emoción, por un camino u otro, siempre debe estar presente. ¡Enhorabuena ganaderos!
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Victoriano del Río y su leyenda de bravos en Valencia
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