Victorino sería el maná para salvar las decaídas ganaderías aztecas. Ese es el encaste y Victorino sería la gasolinera adecuada para que repostarán tantas y tan desvaídas ganaderías de aquella bendita tierra.
México es un gran país. Hay una gran afición. Hay muchas ganaderías. Pero o se le inyecta casta a sus toros o el apocalipsis empieza y acaba por ahí. Hace poco entrevisté para Canal Plus Toros a Victorino hijo y le pregunté por algo que siempre se ha negado su padre, el gran ganadero. Nunca vendió simiente para espabilar las ganaderías aztecas. Aunque sí le regaló pajuelas a Chafick, aquel culto y fino ganadero tan educado, poderoso en su tiempo y peculiar que había ayudado a José Tomás cuando el viejo Victorino se lo pidió. Pero ahora le he preguntado a Victorino hijo que lleva ya el timón del presente y del futuro de tan importante ganadería. Y lo hago a bocajarro. ¿Venderás para refrescar ganaderías en México? Lo pensó, sonrió y dijo: “Creo que es el momento y que debo hacerlo también por el bien de todos”. Victorino sería el maná para salvar las decaídas ganaderías aztecas. Ese es el encaste y Victorino sería la gasolinera adecuada para que repostarán tantas y tan desvaídas ganaderías de aquella bendita tierra. Donde hay afición y ganaderos ilusionados. Victorino es como Arabia Saudí. Tiene el petróleo de la casta. Y mira a México. Me parece bien.
Tiene México más cosas. Un empresario en la Monumental, con el que tengo cierta amistad, pero que está errando la programación. Esa plaza no puede ser además de la más grande, la más vacía del mundo. Y los carteles y las ganaderías. No sé. O no acierta o no hay más. No conozco, sin embargo, a Bailleres, el patriarca y a sus hijos. Pero me hablan de él muy bien hasta taurinos como José Antonio Chopera: “Es buen aficionado, buena persona y muy buen pagador. Va a cobrar todo el mundo y su presencia en España, lo lógico, es que sea positiva”. Almuerzo con un grupo de amigos y gente de negocios ajenos al toro. Se comenta la llegada del gran empresario mexicano y uno de ellos tiene un razonamiento curioso. “La gente del toro sois tremendos. Os ponéis en guardia porque llega a la Fiesta un personaje que va a aportar afición y dinero. Eso no es malo y en el mundo de los negocios se celebraría su llegada. Fijaos en el fútbol: chinos, rusos y árabes se están quedando con los clubes, el Valencia, lo del Atlético de Madrid, etc. Y se hacen dueños de un equipo que ni conocían. Y posiblemente no les gusta ni el fútbol. Y casi siempre esos “mecenas” compran porque hay otros negocios inmobiliarios detrás. Y en el fútbol aplauden su llegada. En los toros sois extremadamente exigentes”.
Lea AQUÍ el artículo completo en su Revista APLAUSOS Nº 1949
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Victorino tiene el petróleo de la casta
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