He visto la feria de Santander y he oído la de Valencia. Son dos formas muy diferentes de seguir la actualidad. De la Fira de mi tierra me enteraba por los avances de los portales; y por los diarios. En el hotel me conseguían El País, ni una sola línea de ninguna de las dos ferias. El Mundo con la crónica de Vicente. El ABC con la de Amorós y el Marca con la de Ilián. Me llegaba la sensación de una feria flotante, cogida con pinzas, con los manos a mano atractivos sobre el papel; pero inocuos sobre la arena. No eran enfrentamientos sino buenos toreros emparejados para mantener caché y taquilla. Notaba en las crónicas que al invento le faltaba algo, o se apartaba demasiado de lo que siempre fue un cara a cara, un mano a mano sin cuartel, quites, malas caras, a ver quién se queda en pie; porque a la postre se trataba de que quedara un ganador y otro por debajo.
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