Se puede medir y calibrar una feria y un abono como los de Sevilla atendiendo al grado de supervivencia de sus especies. Lo importante no es llegar, sino durar y permanecer, predican como verdad suprema de su oficio los propios oficiantes: matadores, banderilleros y picadores. La inmensa mayoría de los banderilleros llevan el estigma o las cicatrices de esa sentencia.
El abono de Sevilla del año 2000 fue de 28 festejos. Dieciocho corridas de toros, dos de rejones -una de terna y otra de seis- y ocho novilladas. De los matadores anunciados entonces han vuelto a estar anunciados en la feria y el abono de 2013 cuatro: El Cordobés Díaz, Morante, El Juli y Padilla. De los veinticuatro novilleros del catálogo, solo dos han pasado a ser matadores de larga circulación constante y presencia obligada en ferias: El Fandi y Sebastián Castella. A esos dos se ha sumado casi de sorpresa Javier Castaño con su etiqueta de especialista en toros de colmillo retorcido y abundante cuerna.
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