La página de Manolo Molés

Nada está escrito

Manolo Molés
jueves 12 de enero de 2017

López Simón, Alberto, es y será siempre el Juan Bautista de la Biblia, no el de Arles, porque abrió las puertas a los jóvenes. Arrancó como un bólido y enseñó calidades y cualidades sensacionales. Dosificado y feliz, Alberto debe volver al pelotón de cabeza o a la cabeza del pelotón, que no es lo mismo.

Puede ser apasionante el nuevo año taurino. De momento hay cartas suficientes y variadas en la baraja de toreros. No tanto en la de las ganaderías, que apenas salimos, en los días de boato, del sota, caballo y rey por mucho que sean cartas altas. Pero el escalafón está rebosante de interés. Ahí se mantienen veteranos como el incombustible Ponce o el mejor Curro Díaz que se ha convertido, y con razón, en torero de Madrid y de todas las plazas con buenos aficionados. Antes se llenaba de apuntes. Ahora escribe la obra completa y el regusto de la torería. Hay gente ahí, entre los veteranos, importante: El Juli, Morante, un Cid que resucita en los sorteos y en la plaza y que tiene la necesaria ausencia de toques en su muleta para los toros de encastes como los de Victorino o su alter ego, Adolfo. Hay gente ahí arriba. Se nos ha hecho mayor y sigue pleno de facultades Fandi. Algún día habrá que hacerle justicia. Números estratósfericos sólo habituales en la galaxia Ponce; y una honradez y regularidad a prueba de crítica. Me decía Chenel cuando le preguntaba por El Fandi de los garapullos esto: “Quitando a Miguelín, es el más espectacular que he visto”. Palabra del maestro que siempre destacó la facilidad del granadino para manejar el capote.

Hay más veteranos más o menos ilustres. Pero en el término medio están los que copan el escalafón. Y yo no me quiero olvidar de un ser humano excepcional con una entrega incluso exagerada a su frase “no hay gloria sin sufrimiento”. Me refiero, claro, a Juan José Padilla, un héroe cosido a dolor y a felicidad. Padilla o es un extraterrestre o es el corazón de la Fiesta misma. No hay otro que aguante lo que él; y que sueñe como él cosido a cornadas y a triunfos a partes iguales.

UNA LARGA NÓMINA DE TOREROS PARA PELEAR LAS FERIAS

Hay figuras que no hace falta nombrar. Y toreros que sin ser noveles, y me dejo a muchos, como ese Ureña que ya tiene la afición de Madrid en su altar, porque cuando está a gusto con la mano izquierda estamos hablando de cosas muy serias. O de David Mora, otro ejemplo de amor y superación para quitarse el sombrero. Y en esas coordenadas de los límites del dolor y los milagros está Fortes al que no se le ha ido un gramo de valor por los boquetes de tantas heridas; y encima ha encontrado el temple de los toreros buenos. Hay mucha nómina para pelear las ferias.

Y luego está la infantería juvenil. Ahí hay una legión y me voy a dejar a muchos en la tinta de mi Olivetti porque no caben todos en un puñado de nombres. Ahí está como nuevo Rey joven el llamado Roca. Un Rey como una Roca. Sólo pedir que la suerte le acompañe porque el último tramo del pasado año y América han sido de peaje caro. Pero es un gallo y además lleva gente. López Simón, Alberto, es y será siempre el Juan Bautista de la Biblia, no el de Arles, porque abrió las puertas a los jóvenes. Arrancó como un bólido y enseñó calidades y cualidades sensacionales. Creo que toreó sin necesidad a destajo; y ahí hubo tardes que se perdió como el taxista de Sabina en el desierto. Normal. Pero yo confío en él. Dosificado y feliz, Alberto debe volver al pelotón de cabeza o a la cabeza del pelotón, que no es lo mismo. Ese Garrido que está maduro y con talento. Ese Varea que puede explotar en cualquier momento porque tiene todo menos vulgaridad. Ese Ginés Marín con hechuras de matador importante. Ese Lorenzo de los Lozano que madura cada tarde que lo ponen. Ese Filiberto que está detrás de la mata. Ese Javier Jiménez que nos puso en pie en Pamplona. Y tantos otros. Por arriba los Manzanares, los Talavante. Y ojo con uno que va y que viene y cada vez está mejor. Se llama Cayetano, claro. Y no sigo dando nombres porque no me caben todos y quiero que esto sea no más que una pincelada. Hay toreros. La pregunta es: ¿Hay toros? No digo en cantidad, digo en casta, en emoción, en el motor de la Fiesta…

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