LA PÁGINA DE MOLÉS

Lo más urgente: salvar a los ganaderos

Manolo Molés
lunes 19 de octubre de 2020
Un torero, un empresario, un subalterno, un apoderado, etc. pueden pasar un mal momento (y este año lo están pasando fatal) pero si hundimos, cansamos y arruinamos a los ganaderos, eso es el final

De repente Roca Rey cuelga en la percha del olvido o del pasado a sus apoderados en América, al empresario de Sevilla y en primer lugar dejó a quien en realidad fue el primero, el descubridor, el maestro que facilitó el brillante crecimiento del torero. Y crecieron juntos y sin duda fue vital para la mejoría y desarrollo de un espada con motivos de figura. Luego la pandemia, un año en blanco y borrón y cuenta nueva. Roca está en su derecho de elegir el nido que más le gusta, faltaría más. Pero llama la atención que de una tacada baje a tanta gente del autobús de su carrera. Y ahora, como hizo El Juli en un momento clave de su carrera, se va con Roberto Domínguez.

Hay otro virus, el político, el de los falsos animalistas, el de los partidos de doble moral y que viven de meter las narices y dar lecciones a los que amamos la Fiesta

Claro que el problema no está ahí porque cada cual es muy libre de marcar su carrera y sus acompañantes. Lo peor es que no hay indicios suficientes para soñar con una temporada sin coronavirus, con un año de ferias, con Castellón, Valencia, Sevilla, Madrid, etc. etc., y así hasta el Pilar. Para torear hace falta que, bien o regular, el toro embista. Pero para que se vaya el virus y vuelva la ansiada normalidad da la sensación de que ni sabemos cuándo, ni podemos valorar el daño que este parón supondrá para la Fiesta; y en tercer lugar hay otro virus, el político, el de los falsos animalistas, el de los partidos de doble moral y que viven de meter las narices y dar lecciones a los que amamos la Fiesta porque la entendemos como la entendió gente a la que llamarían también “asesinos” o “descerebrados” o “gente de mala condición” como Lorca, Valle-Inclán, Ortega y Gasset, Dalí, Picasso, Machado, Alberti, Neruda, Buñuel, Goya, Miguel Hernández, Marañón y tantos otros. Ahí estaba el viejo profesor, alcalde de Madrid, rojo, pero sensato, y apoyó la Fiesta. El Batán y esa fábrica de hacer toreros fue su obra. La historia de este país nunca fue menor por su pasión taurina. Al contrario. Y ahí está la historia.

La tauromaquia la compartimos con Francia, Portugal, México, Colombia, Ecuador, Venezuela y Perú, y en todos tenemos aficionados y enemigos. Sobre todo entre los políticos, cada vez con menos personalidad y más manga larga. El año se va apagando junto al esfuerzo de algunos y la rapiña de otros. Claro que me preocupa el futuro, el ¿qué pasará en la próxima temporada? De momento hay algo demoledor. El gran drama del campo, donde vive y se cría el toro, que es la base vital de este espectáculo. Solo se ha vendido el 1% de la previsión que había para este 2020. Un 99% por ciento de desastre. ¿Y quién les apoya? ¿Y quién les ayuda? ¿Y quién suaviza sus deudas y su trabajo? Mira: un torero, un empresario, un subalterno, un apoderado, etc. pueden pasar un mal momento (y este año lo están pasando fatal) pero si hundimos, cansamos y arruinamos a los ganaderos, eso es el final. Un antitaurino tiene su derecho a que no le gustemos. Pero sin toros apaga y vámonos. Si nos cargamos a los ganaderos llega el punto final. Centremos el problema en solo uno: ¿podemos quedarnos sin toros?

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