La semana pasada les hablaba de Francia y el viaje a Nimes y me quedó una reflexión en el aire. Ese Coliseo romano fantástico de Nimes, o ese otro espléndido de Arles, con dos mil años sobre sus piedras, su historia y su valor, los han convertido los franceses sin ningún empacho en bellísimas y evocadoras plazas de toros.
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