La genética funciona. Y la magia también. Y hasta la herencia del Faraón le ha llegado a borbotones al sobrino nieto de don Francisco Romero, Curro para la historia estética e imprevisible de una tarde de toros. El heredero se llama José Ruiz Muñoz y en Santander, pese a estar muy nuevo, o también por eso, nos ha metido en el túnel del tiempo y nos ha llevado cuarenta años atrás para que una tarde de novilleros en Santander tenga el inconfundible olor al romero inmarchitable de su tío abuelo.
