No me gusta la inmediatez en la opinión cuando suceden hechos de suma importancia, prefiero, reposadamente, asimilarlos.
Tras casi cien años de exclusividad, Pagés sale de la Maestranza. Es ardua tarea resumir tantos años de ferias y abonos en Sevilla. Han ido cambiando. Como diría Alejandro Sanz, "no es los mismo..." Diodoro Canorea que su hijo Eduardo y que su yerno Ramón. ¿Quién duda de la bonhomía de don Diodoro, afable, diplomático, romántico, aficionado... "no se preocupe, joven, la plaza está ahí, si no torea este año toreará el siguiente". Menos explícito pero sí igual de aficionado Eduardo, moderno, veedor, filósofo, que por algunas razones incomprensibles dejó el timón a su cuñado Valencia. Ramón, cero diplomático pero, eso sí, empresario con las cosas claras, gerente mirando los números y centrando la temporada sevillana en las grandes figuras que al cabo son las que el aficionado quiere ver.
Todo pasó... tras el golpe de estado del año 59 a "Los Belmonte" (parte que me toca) ha llegado, muchos años más adelante, otro golpe. Llega una empresa joven con una experiencia difícilmente igualable, con plazas incluidas en Lances de Futuro que se caracterizan por su modernidad y promoción alejada de tradicionalismos obsoletos. Garzón, José María, toma las riendas de una responsabilidad supina pero que a tenor de su trayectoria auguran un goloso e histórico futuro. Lo más importante: que se vea su firma, que no se aprecie continuidad y que pasados los años de contrato los maestrantes sigan confiando en él.
Nuevos tiempos que ilusionan, nuevos tiempos para la plaza más emblemática del mundo taurino. Que los dioses amparen el proyecto.

