Me gusta que José Tomas toree en Aguascalientes o en la Cañada del Pedorro, el caso es que toree. Aunque sería mejor para el toreo que comenzara en Castellón y cerrara temporada en Jaén.
Me gusta que José Tomas toree en Aguascalientes o en la Cañada del Pedorro, el caso es que toree. Aguascalientes es uno de los hitos de su vida torera, precisamente porque allí estuvo a punto de perderla. Y qué quieren que les diga. Disquisiciones para todos los gustos aparte, que el mito torero del siglo XX se calce el traje de luces y se monte la parda, y que, como en la copla de La Parrala, unos digan que sí y otros digan que no, creo que es un síntoma de vitalidad de la Fiesta. Pues claro que sería mejor para el toreo, en la situación en que se encuentra, que el de Galapagar comenzara en la Feria de Castellón y cerrara temporada en la de Jaén, compitiendo con todos los toreros y lidiando toros de todas las ganaderías. A nadie le amarga un dulce.
¡Pero quién sabe si le toma el gusto a sudar el vestido de torear y lo vemos el próximo verano siquiera diez o quince corridas en España.! Los genios son imprevisibles, aunque mucho me temo que no caerá esa breva. ¿A que no me van a negar que eso sería un revulsivo y un rayo de luz en el mortecino ambiente de tonos grisáceos en que se desarrolla hoy por hoy el negocio taurino? Porque, es que, miren ustedes por dónde; o el toreo brilla en la parte que tiene como negocio, que es mucha, o se nos va por el desagüe de la desilusión y el aburrimiento. Y al relance de una temporada con José Tomás se moverían muchas cosas. Incluso podría salir el sol para algunos toreros que están injustamente en ivernación.
