Abelardo Vergara: “Me retiré cuando dejé de ganar dinero”

El matador de toros albaceteño, fallecido este lunes, concedió una entrevista a APLAUSOS en octubre de 2007
Isabel Donet
lunes 19 de noviembre de 2012

Fallece en Albacete el matador de toros Abelardo Vergara

Nacido en el barcelonés barrio de Sarriá, Abelardo Vergara se trasladó a Albacete con apenas tres años. El triunfo de Chicuelo II en Madrid despertó en el joven Abelardo su vocación taurina. Vestido de luces alternaría con los diestros más importantes del momento y mantendría una especial competencia con Chamaco. Tras su retirada de los ruedos en 1965 se hizo crupier. Apostó por ser un maestro en repartir las cartas.

Abelardo Vergara ¿a qué se dedicó cuando dejó de torear?
-Durante once años estuve de crupier, servía las cartas concretamente en el tiro de pichón.

Nada que ver con los toros.
-Fue curioso porque nunca me lo hubiese imaginado siendo como era torero. Todo surgió un día que me en­contré al que conocíamos como Paquito el de Valencia y me propuso viajar a San Sebastián para ayudarle en el tema de las apuestas, el caso es que a los siete días me vine a Albacete con no­ve­cientas mil pesetas en la cartera.

¿Cómo cambiaba eso las cosas?
-Llegué a la conclusión que ganaba más repartiendo cartas que en los toros y sin jugarme la vida. Así que de la mano de El Tunante de Tabarra me metí a crupier.

¿Y luego?
-Gané dinero y me dediqué al negocio de la hostelería,  de hecho soy propietario de una parte del Hotel Castilla de Albacete. Luego me jubilé aunque no tengo ninguna aportación económica con todo lo que contribuí en el toreo, después de todo es como si no hubiese hecho nada.

¿Su vida familiar qué tal transcurrió?
-Me casé y soy padre de cuatro hijos. La mayor vive en Madrid, la segunda está soltera, el chiquillo es soldado profesional del ejército y mi pequeña es logopeda.

¿En la actualidad cómo vive el día a día?
 -Llevo una vida muy tranquila, por las mañanas suelo estar en casa, luego a jugar la partida de cartas o de dominó y en cada partida apostamos un euro.

¿En qué circunstancia se trasladó su familia a Albacete?
-Mi madre era malagueña y mi padre de Sanlúcar de Barrameda. De Barcelona se trasladaron a vivir a Tánger. Tenía yo tres años cuando empezó la Segunda Guerra Mundial y fue entonces cuando nos vinimos a Albacete, en concreto porque aquí residía una hermana de mi madre.

¿En su familia había afición a los toros?
-Mi madre era muy aficionada y de muy pequeño me llevaba a los toros. Recuerdo que cuando me preguntaban si quería ser torero, yo siempre decía que no. Fue posteriormente cuando estuve trabajando en Barcelona cuando le di vueltas y despertó mi vocación.

¿En qué trabajaba?
-Tuve cinco o seis oficios, trabajé  en la fábrica de correas de la calle Mallorca  en el número 547, también en una fundición y luego incluso de ladrillero.

¿Qué se le daba mejor?
-Fui un buen ladrillero, tanto que un arquitecto me encargó que le hiciese un cuarto de baño a cartabón. Le di tantas vueltas a todo que creo que fue aquel día cuando me dije que quería ser torero. Fue el mismo día en el que toreó Chicuelo II y cortó las orejas en Madrid.

¿Le ayudó alguien?
-Alfonso Alerón y fuimos a Quintanar de la Orden, toreé con Luis Montero y Juan Tébar. Estuve tan bien que me repitieron y a partir de ahí logré torear 25 tardes. Así que puedo afirmar que me hice torero en Quintanar de la Orden.

¿Cómo fue aquella etapa?
-La de sin caballos fue muy bonita. Sobre todo cuando me presenté en Albacete, esa tarde toreé con Mancheguito y corté tres orejas. Entonces ya me pagaban tanto que en Aranjuez me dieron sesenta mil pesetas. Cuando me vi con aquel dinero me parecía algo increíble.

¿Cómo prosiguió su carrera?
-Con caballos, ya en la temporada de 1957, llegué a torear cincuenta y siete tardes. Barcelona fue la plaza que mejor se me dio.

¿También de matador de toros?
-También. Tal fue así que don Pedro Balañá me tiró el sombrero, algo que sólo hizo en su vida dos veces, una a Manolo González y la otra a mí. Siendo aún novillero, don Pedro me dio diez novilladas seguidas.

Se dice que fue un buen torero
-Era un torero de arte, pero como siempre no podía serlo también le echaba mucho valor. Si hacía falta con las rodillas en tierra y armaba el lío. Recuerdo esas corridas de Albaserrada que matábamos Fermín Murillo y yo en Barcelona. Con Chamaco también toreé mucho.

¿Había competencia?
-Es lo que decían pero yo creo que no. Con Chamaco me llevaba muy bien y toreé muchas tardes con él pero sin plantearme lo de la competencia.

¿Qué tardes siguen siendo inolvidables?
-Las tardes más importantes fueron la de mi presentación en Madrid en un mano a mano con Antoñito González. También la de Valencia en sustitución de Cabañero, ese día aún estaba cogido de una vaca e hice el paseíllo con morfina y corté las orejas.

¿La cogida más grave?
-La primera vez que toreé con Chamaco fue en Ciudad Real y esa tarde un toro me cogió rajándome la barriga mientras hacía un quite por delante. Los caballos habían hecho un hoyo, lo taparon mal y al hacer una chicuelina pise en el dichoso hoyo y casi me cuesta la vida.

¿Además de esa?
-En total fueron dieciséis las cornadas. En Madrid me pagaron tres  pero la más fuerte sin duda fue la de Ciudad Real porque estuve a la muerte. Tanto que en la prensa se decía que Abelardo Vergara había vuelto a nacer.

¿Qué dificultades encontró en su carrera?
-El tener que ir al servicio militar, pues me llamaron cuando ya había tomado la alternativa. No tendría que haber hecho la mili porque era hijo de viuda, pero no sólo fui sino que además me destinaron dos años a Ceuta y eso me partió la carrera.

¿Lo mejor?
-Que llegué a ganar mucho dinero. Tal es así que me ofrecieron ir a América y no quise. Entonces, el dólar valía 60 pesetas y Chicuelo II cobraba treinta mil dólares, Antonio Ordóñez veinte mil y a mí me pagaban catorce mil cuatrocientos, el equivalente a un millón de las antiguas pesetas.

¿Y dijo que no?
-Con total convencimiento, no iba a Cali porque ya había ganado mucho dinero y en mi puesto fue Victoriano Valencia, quien llegó a torear más de veinte tardes.

¿Por qué se retiró?
-Por el mismo motivo. Me retiré cuando dejé de ganar dinero. En el toreo hay dos cosas, o ganar dinero o no ganar dinero. Si no se gana no tiene sentido seguir jugándose la vida.

Entrevista publicada en APLAUSOS en el número 1569 del 22 de octubre de 2007.

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