En cosa de toros se llama o se llamaba “el verano de Madrid” a todas las funciones de julio, agosto y la primera quincena de septiembre. Si se toma la referencia de 2012, trece bazas. Los cinco domingos de julio, los cuatro de agosto, tres de septiembre y la fiesta señera del 15 de agosto. De esas trece fiestas sólo tres se destinaron a corridas de toros. Del Conde de la Maza fue la del 5 de agosto, de Gavira la del día 15 y de José Luis Pereda habrá sido la del 19. Tres hierros contrastados y por tanto fiables, que caben por sistema en el abono de Sevilla.
La corrida del Conde de la Maza fue más ofensiva que agresiva, sangró de más en varas pese a pelear solo lo justo y duró demasiado poco. Se lidió en medio de una envenenada tormenta de verano que no llegó ni a romper ni a calmarse. La clase de Sergio Marín con lote ingrato pero degustada en ricos apuntes de capa –la verónica a compás y suerte cargada-, de muleta –el toreo cambiado por delante- y de espada –una estocada en pureza-. La garra de Aníbal Ruiz en quien se reconoce el estigma que deja el haber hecho carrera con toros de colmillo retorcido. Y la noticia casi nueva de un torero recental de Salamanca, Juan Antonio Siro, sobrino del excelente banderillero Domingo Siro -tan valeroso, tan competente-. Un nuevo Siro apenas placeado y puesto de pronto frente a dos toros no imposibles pero no sencillos del Conde de la Maza. Un trago.
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