El matador de toros Alberto Aguilar sufrió en la corrida de este miércoles en Madrid un pitonazo de su segundo toro que le produjo una cornada interna con rotura de aponeurosis y músculo vasto interno. “Si para el palco y una gran parte del público el quinto de ayer es de vuelta al ruedo, entre 10 y 15 toros de este San Isidro tendrían que haberlo sido -sin ir más lejos algunos de la corrida de Jandilla- e, incluso, algunos de ellos indultados. Tiene que haber un mismo criterio todos los días, se han cortado orejas con estocadas atravesadas. Estas corridas son difíciles y, si encima nos lo ponen más complicado aún, nos hacen verdaderamente duro el camino a los toreros que matamos este tipo de encastes”, afirma el madrileño sobre la polémica vuelta al ruedo que el presidente concedió al quinto toro de Rehuelga, de nombre “Liebre”, que le tocó en suerte.
“Me quedo con la faena al toro de San Martín el Domingo de Ramos y con la de ayer a mi segundo. Fueron faenas de ir haciendo a los toros y ligarlos. El de ayer fue más costoso pero el de San Martín tuvo más clase”, apunta el madrileño.
Aguilar hace balance de su paso por San Isidro: “No he tenido suerte con los lotes. La corrida de La Quinta no fue mala pero no sirvió para triunfar. El primer toro de ayer, de Rehuelga, tampoco tuvo opciones de triunfo. No salía de la muleta, era reponedor y hacía hilo, pero no transmitía nada. Fue un toro incómodo. El segundo tuvo opciones. Dejándole la muleta puesta en la cara a media distancia el toro no tenía fijeza, además giraba la cara y eso me desconcertaba, pero en el tramo final le saqué varias series importantes. Costaba mucho tirar del toro para adelante pero me acoplé a él. Creo que estuve por encima del toro y el final de faena fue muy bonito e intenso. Lo disfruté mucho y lo maté, y esa es la sensación que me llevo. Creo que lo he dado todo y no me he dejado nada en el tintero. Estoy orgulloso”.
Las próximas citas del madrileño son Ceret, donde afronta un mano a mano con Fernando Robleño ante una corrida de José Escolar, un hierro muy del gusto del aficionado francés, Mont-de-Marsan y Dax.