EL PALCO

Argumentario en defensa del toreo: ética (I)

Rafael Comino Delgado
miércoles 07 de octubre de 2020

Otro de los valores que enaltecen el toreo es la ética, sin embargo los antitaurinos dicen que el toreo no es una actividad ética, que no se respeta la dignidad del toro, y piden para los animales irracionales sintientes (según ellos los que tienen sistema nervioso, aunque solo sea una neurona; por tanto, todos los insectos entran en el grupo de animales sintientes) derechos similares a los humanos.

Vamos a intentar demostrar que una vez más se equivocan, y para ello debemos empezar por decir que los animales irracionales no tienen derechos.

De acuerdo con Brenda Almond, profesora de Moral y Filosofía Social de la Universidad de Hull (Inglaterra) (1995): “Si se entiende un derecho como una potestad a ejercer o no por decisión propia, solo pueden tener derechos los seres capaces de elegir”. No confundir derecho con privilegio, que es la “exención de una obligación o ventaja exclusiva o especial que goza alguien por concesión de un superior o por determinada circunstancia propia”. El derecho se tiene solo por ser humano, y el privilegio necesita ser otorgado por alguien con autoridad para ello. Sin embargo, los animalistas, intencionadamente, hablan de derechos de los animales sabiendo que están induciendo a la confusión, pero les interesa utilizar ese lenguaje.

Es que desde el punto de vista ético y jurídico todo derecho tiene un depositario responsable, alguien que puede adquirir derechos porque puede, a la vez, adquirir obligaciones, y esto es algo que los animales no pueden.

El doctor en Derecho, don Alfonso Aguado Puig, en artículo publicado en ABC de Sevilla, el 20 de agosto del 2020, afirma: “Decir que los animales tienen derechos es una falacia”. Sin embargo, Peter Singer, destacado animalista, llegó a decir: “Tiene más derechos un ternero recién nacido que un anciano humano al final de sus días”. Creo que lo dijo para vender más libros (es el autor de Animal Liberation), aunque no lo piensa en realidad.

Los animales irracionales no pueden tener derechos, pero nosotros sí tenemos deberes para con ellos: el primero, respetarles. Tratar de conceder derechos a los animales es una aberración jurídica

El 23 de septiembre de 1977 se adoptó, por la Liga Internacional de los Derechos del Animal y otras Ligas asociadas, una Declaración, que fue proclamada por dichas Ligas el 15 de octubre de 1978, pero nunca votada. Fue leída, pero no votada, en la ONU, por tanto, no puede decirse que haya sido aprobada por ONU y UNESCO, aunque ellos así lo dicen y propagan.

Por todo lo expuesto los animales irracionales no pueden tener derechos, pero nosotros sí tenemos deberes para con ellos: el primero, respetarles. Tratar de conceder derechos a los animales es una aberración jurídica (Aberratio Iuris).

La ética es una rama de la filosofía que se ocupa del estudio racional de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir, en definitiva, de la conducta humana. Nos dirá qué es bueno, qué es malo, qué es correcto y qué es incorrecto, teniendo como objeto los actos que el ser humano realiza de modo consciente y libre. Trata de buscar las relaciones entre las personas, no entre las personas y los animales o plantas. La ética es humanística, no es panteísta, según el profesor don Fernando Savater, catedrático de Ética en la Universidad del País Vasco. (2017)

El comportamiento ético -frecuentemente se utilizan las palabras moral y ética con el mismo significado- es comportarse de acuerdo con las costumbres impuestas por la propia sociedad en que se vive, poniendo en práctica los valores y principios morales. Ser ético significa cumplir con los estándares morales aceptados. Los animalistas dicen que el toreo es una actividad no ética, a lo que el profesor Savater contesta: “El argumento de que no se puede causar dolor, porque es inmoral, es un invento de los animalistas, sin fundamento ético” (2017).

Las niñas que se dedican a la gimnasia rítmica sufren mucho –muchísimo, podemos asegurar- y no solo eso, sino que tanto ejercicio a esa edad les altera su sistema endocrino y modifica el normal desarrollo de la pubertad, pero lo admitimos por la belleza que genera, por los premios que se obtienen y porque a la sociedad le gusta. ¿Por qué admitimos el sufrimiento de las gimnastas y no el del toro?

El catedrático emérito de Filosofía de la Universidad Autónoma de Barcelona, don Víctor Gómez Pin, dice: “También sufre el deportista en su entrenamiento, el bailarín en el suyo, el niño aprendiendo en el colegio, etc. En la vida hay sufrimiento, es parte de la misma. No hablamos de ese sufrimiento porque de él se derivan frutos que fertilizan nuestra cultura. Pero admitido este sufrimiento, ¿por qué no admitimos el de los animales, que igualmente fertiliza nuestra cultura”, y continúa: “Los niños deben acudir a los toros porque es un espectáculo éticamente recomendable, y sin ningún rasgo negativo. Incluso al niño le puede ayudar ver la dureza de la existencia y la entrega que se exige para enfrentarse a ella” (2010). Abundando en la reflexión del profesor Gómez Pin, añado: las niñas que se dedican a la gimnasia rítmica sufren mucho –muchísimo, podemos asegurar- y no solo eso, sino que tanto ejercicio a esa edad les altera su sistema endocrino y modifica el normal desarrollo de la pubertad, pero lo admitimos por la belleza que genera, por los premios que se obtienen y porque a la sociedad le gusta.

El toro, por una parte, es un animal biológica y fisiológicamente diseñado para la lucha, como otros están diseñados para huir, por ello tienen un sistema neuroendocrino que le hace muy poco sensible al dolor, muchísimo menos que otros animales irracionales, y por otra, si desapareciera la tauromaquia también desparecería el toro de lidia, pues no sirve para otra cosa. El hombre le pide que luche, defendiendo su vida, durante quince minutos, para que el torero puede hacer una obra de arte, a cambio de vivir plácidamente, con todo tipo de cuidados, cuatro-cinco años en la dehesa. ¿Por qué admitimos el sufrimiento de las gimnastas y no el del toro? En ambos casos se crea belleza. No admitir la tauromaquia es, a mi juicio, una hipocresía, sustentada en un serio trastorno mental.

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