Sucedió el 11 de julio de 1925. Para entonces, ya huérfano de Joselito, Juan Belmonte era una figura consagrada del toreo, un diestro que seguía levantando pasiones tanto en sus seguidores como en sus detractores. Y como maestro del toreo que era, los aficionados le exigían todo tarde tras tarde.
El 11 de julio de 1925, después de una tarde gris en la que fue abroncado se dejó coger en un quite y exclamó: “Ya tenéis lo que queríais”